Es falso que la Iglesia o Santo Tomás aceptasen el aborto temprano o que hasta 1869 la Iglesia no prohibiese el aborto en firme.. La Iglesia, desde sus primeros tiempos hasta la actualidad, ha condenado taxativa y positivamente el aborto. No se nos hace preciso acudir a especulaciones entre diversas escuelas filosóficas helenísticas para deducir la postura del Magisterio sobre el aborto, porque al contrario que aquellas, esta ha sido clara.
En el libro del Éxodo 21, 22-23 leemos que el daño a una embarazada que se siguiera con muerte del feto, se castigaría como homicidio.
En Lucas 1, 15 se afirma la infusión del Espíritu Santo en un nonato, lo que prueba su hominización.
Entre las primitivas comunidades hay una avalancha de testimonios.
En la Didajé, o “Doctrina de los Apóstoles”, el primer catecismo (finales del siglo I o principios del II): “He aquí el segundo precepto de la Doctrina […] no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida, no la harás morir”;
en la epístola de Bernabé (alrededor del año 130): “no matarás a tu hijo en el seno de la madre ni, una vez nacido, le quitarás la vida” (Ep Bern XIX, 5), “… desconocedores de Aquel que los creó, matadores de sus hijos por el aborto” (Ep Bern XX, 2);
en la obra del cristiano romano Minucio Félix (siglo II): “Hay algunas mujeres que, bebiendo preparados médicos, extinguen los cimientos del hombre futuro en sus propias entrañas, y de esta forma cometen parricidio antes de parirlo” (Octavius XXXIII);
Atenágoras en su carta al emperador Marco Aurelio (finales del siglo II): “Decimos a las mujeres que utilizan medicamentos para provocar un aborto que están cometiendo un asesinato, y que tendrán que dar cuentas a Dios por el aborto… contemplamos al feto que está en el vientre como un ser creado, y por lo tanto objeto del cuidado de Dios” (En defensa de los cristianos, XXXV);
Recomiendo la lectura completa de la
Declaración sobre el aborto dada por la Congregación para la Doctrina de la fe el 18 de noviembre de 1974, ratificada por el papa Pablo VI, de la que procede buena parte del material aquí empleado, y de la cual entresaco este párrafo a modo de resumen:
Citar:
“A lo largo de toda la historia, los Padres de la Iglesia, sus pastores, sus doctores, han enseñado la misma doctrina, sin que las diversas opiniones acerca del momento de la infusión del alma espiritual hayan suscitado duda sobre la ilegitimidad del aborto. Es verdad que, cuando en la Edad Media era general la opinión de que el alma espiritual no estaba presente sino después de las primeras semanas, se hizo distinción en cuanto a la especie del pecado y a la gravedad de las sanciones penales; autores dignos de consideración admitieron, para este primer período, soluciones casuísticas más amplias, que rechazaban para los períodos siguientes. Pero nunca se negó entonces que el aborto provocado, incluso en los primeros días, fuera objetivamente una falta grave. Esta condena fue de hecho unánime”.