La teología negativa, también llamada teología apofática (del griego ἀποφάσκω1 que significa "decir no", "negar"), es una vía teológicaque se aparta de todo conocimiento positivo de la naturaleza o esencia de Dios.
De acuerdo a la teología negativa, para el intelecto humano sólo es posible aprehender lo que Dios no es, mientras que la comprensión real de la divinidad es imposible, aún de manera fragmentaria, porque trasciende la realidad física y las habilidades cognitivas humanas.
Para esta vía, Dios es incognoscible e incomprensible; lo que conocemos y comprendemos nunca es lo divino, sino una entidad finita. De aquí se deduce que sólo podemos decir de Dios lo que no es: que no es un género, ni una especie, y que está más allá de todo lo que podemos conocer y concebir.
La teología negativa o vía negativa, como forma de expresar lo inefable, se inicia en el neoplatonismo pagano mediante Plotino y la filosofía patrística cristiana con Clemente de Alejandría (siglo III); su desarrollo continúa en la obra San Agustín (siglo V) y, sobre todo, en los escritos del Pseudo Dionisio (siglo V).
En esta perspectiva, el enfoque más adecuado para conocer a Dios es lo que se espera del silencio, la contemplación y la adoración del misterio, y que es independiente de cualquier proceso de investigación racional y de especulación de lo divino. En palabras del Pseudo Dionisio, cuando la mente ha desnudado su idea de Dios de los modos humanos de pensamiento, penetra en la "oscuridad del no-saber", en la cual "renuncia a toda aprehensión del entendimiento y se entrega a lo que es totalmente intangible e invisible... unida a Aquel que es totalmente incognoscible." (Teología Mística, 1).
Escoto Eriúgena (neoplatónico cristiano traductor de las obras de Dionisio) incluso ha llegado a proponer una ontología negativa, ya que no sólo Dios es incognoscible, sino también lo son las esencias de las cosas (que, en cierto sentido y en palabras de Escoto Eriúgena, terminan siendo parte de Dios —en tanto causa).
Esta teoría propone exactamente lo contrario del catafatismo, que es la teología afirmativa, la cual ofrece la posibilidad de conocer a Dios a través del uso de la razón y el intelecto.https://es.wikipedia.org/wiki/Teolog%C3%ADa_negativaSi la teología “normal” -esa que se basa en la existencia de Dios y en la inspiración de las escrituras- es ya, de por sí, cien por cien falsa, alucino ante la apofática que pretende no saber nada de Dios por ser éste “incognoscible e incomprensible”, pero, se atreve a saber lo que no es Dios.
En todo caso, a lo sumo, si se parte de que Dios es un ser inmaterial, podremos decir sin lugar a dudas, que Dios no es una montaña, ni un portaviones, ni una jirafa, etc. Cualquier cosa material no puede ser Dios. Hasta ahí, bien.
Pero, a partir de ahí, ¿qué se puede decir sobre lo que no es Dios? Si se sabe lo que no puede ser y no nos referimos a algo material, ahí se acaba la historia. Pretender saber lo que no es Dios y que eso que “no es” no nos referimos a algo material, entra en plena contradicción con el hecho de que Dios es incognoscible. Saber lo que no es, ¡ya es saber algo!.
Una contradicción tan flagrante sólo puede surgir de la estupidez humana, esa de la que Einstein estaba segura que era infinita.
Algo que, por definición, es incognoscible no puede saberse nada en absoluto de él.
Repito la siguiente frase:
De acuerdo a la teología negativa, para el intelecto humano sólo es posible aprehender lo que Dios no es, mientras que la comprensión real de la divinidad es imposible, aún de manera fragmentaria, porque trasciende la realidad física y las habilidades cognitivas humanas.¡Cómo es posible saber que Dios trasciende la realidad si es incognoscible al cien por cien!
¡Cómo se puede llegar a saber algo, aunque sea de forma fragmentaria, si Dios trasciende las habilidades cognitivas humanas!
¡Cualquier conocimiento por parte del hombre, se hace DESDE LAS HABILIDADES COGNITIVAS!
Es un absurdo descomunal decir que Dios trasciende las habilidades cognitivas del hombre y, a renglón seguido, decir de ese mismo Dios, y utilizando esas mismas habilidades cognitivas, que existe un ser inmaterial que trasciende esas habilidades cognitivas.
Como diría Obélix: “Están locos esos teólogos…”