Re: Dudas e incertidumbres...
Publicado: 09 Nov 2017, 18:23
Saludos, Elansab.
Dices lo siguiente.
"Saludos de nuevo, Alexandre
De entrada decirte que me importa bien poco tu preocupación por los seudónimos. Y de salida decirte que continuamente insultas y faltas el respeto a las creencias de los demás y a determinados colectivos para después incurrir en un victimismo por el cual denuncias que se te está agrediendo cuando en realidad eres un santo varón o un santo bramín ( panda de julays). En fin, que cada palo aguante su vela.
Dices, Alexandre: “La razón fundamental de mi despego de los filósofos con seudónimo es muy distinta...
¿Cuál?
Que, cuando se trata de asuntos en el fondo solubles pero muy peliagudos y conflictivos... sois ambiguos e hipócritas, como los severos profesores de filosofía. Claro que éstos, ya que actúan en aulas físicas y no de modo meramente electrónico, dan la cara y el nombre, pero por lo demás son tan indefinidos como vosotros.”
Y eso me lo dice un tipo que cuando hablamos del tema del alma entendida como sustancia no hacía sino dar palos de ciego y que no decía sino vaguedades sin cuento. Pero claro, como el señorito da sus nombres y apellidos entonces parece que se pueden dejar a un lado las razones o argumentos filosóficos y sustituirlos por supuestas levitaciones milagrosas o experiencias extrasensoriales. !Manda, huevos!
El resto de tu mensaje me importa un pimiento.".
Empezaré desmintiendo un tópico muy extendido: que hay que respetar las creencias de los demás, sean cuales sean.
Pues no, padre.
Por ejemplo, la crencia de que la mujer debe estar subordinada al hombre no es respetable, así que no la respeto. ¡Y eso que san Pablo, lógicamente odiado por las feministas, opinaba eso con tesón! El que aquí merece respeto es san Pablo, por ser una persona humana. Su detestable opinión vejatoria contra las mujeres merece burla y desprecio.
Tampoco la opinión nazi de que era lícito exterminar a los judíos (y a los gitanos) merece respeto alguno. Los nazis como personas sí que merecen respeto.
Tampoco la opinión prácticamente unánime de jueces y magistrados, según la cual los jueces siempre obran de buena fe aunque condenen a inocentes, merece el más mínimo respeto. Es una mentira como una catedral, y muy dañina. Los que merecen respeto, por increíble que parezca, son los propios jueces y fiscales como seres... bueno, parece ser que, efectivamente son seres humanos y, por tanto, merecedores de respeto, ¿no? Lo digo porque hay quien más bien los emparenta con los íncubos y los súcubos. Leed para esto los tratados sobre demonología...
Aclarado, pues, que no todas las opiniones merecen respeto ni muchísimo menos, paso a tu acusación de victimismo.
De victimismo aquí por mi parte, nada de nada. En la filosofía, las críticas sin ataques personales tienen que encajarse sin pestañear, y así lo hago. Por eso ni siquiera tú te atreves a acusarme de andar en ataques personales dentro de este foro Sofos Ágora. Cuido mucho mi reputación, que se hundiría si cayera en el victimismo. Por el contrario, las críticas me ayudan a ser un filósofo excelente, como es por cierto el caso.
- Me parece, Alexandre, que lo tuyo es como aquel chiste que decía "Yo sólo tenía un defecto, que era la soberbia; pero me curé y ahora soy perfecto.".
- Pues aciertas mucho. El rollo de qué ignorante soy, qué poco valgo, etcétera, lo rechazo totalmente, porque es una variante del viejo y siniestro autoenvilecimiento judecristianoislámico de la culpa oscura, la automortificación, el autodesprecio, el vaciarse por amor a los demás, el autosacrificio, el altruismo y demás mandangas. En vez de esta morralla, propongo que el bramín, el aspirante a la plenitud feliz, se haga sabio de verdad ¡y lo proclame! Cuando me encuentro con un sabio de verdad que afirma serlo, y veo que dice la verdad, no lo tildo de vanidoso, qué va. Aprovecho su sabiduría, lo aplaudo y le doy las gracias.
Critícame, Elansab, en todo lo que veas errado de mis razonamientos filosóficos. Jamás te voy a poner mala cara por ello. Y sabes muy bien que muchos te han saltado aquí a la chepa de malas maneras por un quítame allá ese silogismo. Esperar eso de mí, es como esperar que me aúpe un día al tejado del Tribunal Constitucional y allí, megáfono en mano, grite a los cuatro vientos: ¡vivan los jueces, abogados y fiscales, que son los hombres más honrados del mundo!
Vayamos ahora con el alma. Me preguntas nuevamente, modales aparte (pues esto es lo de menos) si el alma es o no es una sustancia.
Responderé primero con la afirmación fundamental, y luego haré las matizaciones importantes.
El alma es, sin duda alguna, una sustancia.
El alma, es, en última instancia, idéntica al Yo Absoluto Eterno, el cual se expresa a plenitud en el Nivel Supremo de la Realidad, o sea Dios en términos filósoficos, metafísicos y teológicos occidentales. Por eso el alma es una sustancia.
Ahora bien, mientras el alma vaga por los planos existenciales inferiores, especialmente por el plano humano (que es un subplano relativamente sutil y abierto a la superación existencial, dentro del plano animal) no es plenamente divina, ya que su esencia está oscurecida, embotada, envilecida y aterrorizada por su contacto con la impureza propia de los planos materiales densos ilusorios. En este sentido no es (plenamente) todavía una sustancia. Llegará a serlo cuando suba al Nivel Supremo de la Realidad. En castellano, digo que el alma es sustancial y divina, pero en el plano humano todavía no está plenamente sustancial y divina. La liberación metafísica consiste en que el alma pase de ser en potencia y parcialmente también en acto una sustancia, a ser totalmente en acto una sustancia.
Sigue preguntando lo que quieras saber sobre el asunto. No voy ser ambiguo ni me escurriré con vaguedades. El fondo de la concepción arqueoindividualista sobre el asunto es, esencialmente, una concepción metanoica, hercúlea y deificadora: hacer que el alma llegue, efectivamente, a convertirse en una sustancia, llegando a ser en plenitud lo que ya es por naturaleza.
Podrá ser una concepción majadera y totalmente equivocada, pero de ambigua y sibilina no tiene nada.
Dices lo siguiente.
"Saludos de nuevo, Alexandre
De entrada decirte que me importa bien poco tu preocupación por los seudónimos. Y de salida decirte que continuamente insultas y faltas el respeto a las creencias de los demás y a determinados colectivos para después incurrir en un victimismo por el cual denuncias que se te está agrediendo cuando en realidad eres un santo varón o un santo bramín ( panda de julays). En fin, que cada palo aguante su vela.
Dices, Alexandre: “La razón fundamental de mi despego de los filósofos con seudónimo es muy distinta...
¿Cuál?
Que, cuando se trata de asuntos en el fondo solubles pero muy peliagudos y conflictivos... sois ambiguos e hipócritas, como los severos profesores de filosofía. Claro que éstos, ya que actúan en aulas físicas y no de modo meramente electrónico, dan la cara y el nombre, pero por lo demás son tan indefinidos como vosotros.”
Y eso me lo dice un tipo que cuando hablamos del tema del alma entendida como sustancia no hacía sino dar palos de ciego y que no decía sino vaguedades sin cuento. Pero claro, como el señorito da sus nombres y apellidos entonces parece que se pueden dejar a un lado las razones o argumentos filosóficos y sustituirlos por supuestas levitaciones milagrosas o experiencias extrasensoriales. !Manda, huevos!
El resto de tu mensaje me importa un pimiento.".
Empezaré desmintiendo un tópico muy extendido: que hay que respetar las creencias de los demás, sean cuales sean.
Pues no, padre.
Por ejemplo, la crencia de que la mujer debe estar subordinada al hombre no es respetable, así que no la respeto. ¡Y eso que san Pablo, lógicamente odiado por las feministas, opinaba eso con tesón! El que aquí merece respeto es san Pablo, por ser una persona humana. Su detestable opinión vejatoria contra las mujeres merece burla y desprecio.
Tampoco la opinión nazi de que era lícito exterminar a los judíos (y a los gitanos) merece respeto alguno. Los nazis como personas sí que merecen respeto.
Tampoco la opinión prácticamente unánime de jueces y magistrados, según la cual los jueces siempre obran de buena fe aunque condenen a inocentes, merece el más mínimo respeto. Es una mentira como una catedral, y muy dañina. Los que merecen respeto, por increíble que parezca, son los propios jueces y fiscales como seres... bueno, parece ser que, efectivamente son seres humanos y, por tanto, merecedores de respeto, ¿no? Lo digo porque hay quien más bien los emparenta con los íncubos y los súcubos. Leed para esto los tratados sobre demonología...
Aclarado, pues, que no todas las opiniones merecen respeto ni muchísimo menos, paso a tu acusación de victimismo.
De victimismo aquí por mi parte, nada de nada. En la filosofía, las críticas sin ataques personales tienen que encajarse sin pestañear, y así lo hago. Por eso ni siquiera tú te atreves a acusarme de andar en ataques personales dentro de este foro Sofos Ágora. Cuido mucho mi reputación, que se hundiría si cayera en el victimismo. Por el contrario, las críticas me ayudan a ser un filósofo excelente, como es por cierto el caso.
- Me parece, Alexandre, que lo tuyo es como aquel chiste que decía "Yo sólo tenía un defecto, que era la soberbia; pero me curé y ahora soy perfecto.".
- Pues aciertas mucho. El rollo de qué ignorante soy, qué poco valgo, etcétera, lo rechazo totalmente, porque es una variante del viejo y siniestro autoenvilecimiento judecristianoislámico de la culpa oscura, la automortificación, el autodesprecio, el vaciarse por amor a los demás, el autosacrificio, el altruismo y demás mandangas. En vez de esta morralla, propongo que el bramín, el aspirante a la plenitud feliz, se haga sabio de verdad ¡y lo proclame! Cuando me encuentro con un sabio de verdad que afirma serlo, y veo que dice la verdad, no lo tildo de vanidoso, qué va. Aprovecho su sabiduría, lo aplaudo y le doy las gracias.
Critícame, Elansab, en todo lo que veas errado de mis razonamientos filosóficos. Jamás te voy a poner mala cara por ello. Y sabes muy bien que muchos te han saltado aquí a la chepa de malas maneras por un quítame allá ese silogismo. Esperar eso de mí, es como esperar que me aúpe un día al tejado del Tribunal Constitucional y allí, megáfono en mano, grite a los cuatro vientos: ¡vivan los jueces, abogados y fiscales, que son los hombres más honrados del mundo!
Vayamos ahora con el alma. Me preguntas nuevamente, modales aparte (pues esto es lo de menos) si el alma es o no es una sustancia.
Responderé primero con la afirmación fundamental, y luego haré las matizaciones importantes.
El alma es, sin duda alguna, una sustancia.
El alma, es, en última instancia, idéntica al Yo Absoluto Eterno, el cual se expresa a plenitud en el Nivel Supremo de la Realidad, o sea Dios en términos filósoficos, metafísicos y teológicos occidentales. Por eso el alma es una sustancia.
Ahora bien, mientras el alma vaga por los planos existenciales inferiores, especialmente por el plano humano (que es un subplano relativamente sutil y abierto a la superación existencial, dentro del plano animal) no es plenamente divina, ya que su esencia está oscurecida, embotada, envilecida y aterrorizada por su contacto con la impureza propia de los planos materiales densos ilusorios. En este sentido no es (plenamente) todavía una sustancia. Llegará a serlo cuando suba al Nivel Supremo de la Realidad. En castellano, digo que el alma es sustancial y divina, pero en el plano humano todavía no está plenamente sustancial y divina. La liberación metafísica consiste en que el alma pase de ser en potencia y parcialmente también en acto una sustancia, a ser totalmente en acto una sustancia.
Sigue preguntando lo que quieras saber sobre el asunto. No voy ser ambiguo ni me escurriré con vaguedades. El fondo de la concepción arqueoindividualista sobre el asunto es, esencialmente, una concepción metanoica, hercúlea y deificadora: hacer que el alma llegue, efectivamente, a convertirse en una sustancia, llegando a ser en plenitud lo que ya es por naturaleza.
Podrá ser una concepción majadera y totalmente equivocada, pero de ambigua y sibilina no tiene nada.