Inauguro aquí un hilo de análisis y discusión dedicado al filósofo contemporáneo, y miembro del foro Sofos Ágora, Adolfo Recober Montilla.
En principio, este hilo se centrará en su libro, recientemente publicado, Evolución general. Cómo el orden se manifiesta en estructuras progresivamente más complejas.; o, abreviadamente, Teoría de la Evolución General, TEG en siglas. El libro, redactado originalmente en castellano, está publicado y distribuido por la editorial multinacional Amazon, cuyas oficinas españolas están en Madrid ciudad. La primera edición de este libro, del que dispongo y que he leído íntegramente por gentileza de su autor, es del año 2019. El libro consta de unas ciento sesenta páginas y diecisiete capítulos, más la introducción y el índice general. La portada, en blanco y negro, reproduce una flor de hielo generada probablemente del vapor de agua, sublimado a estado sólido.
Predicaré con el ejemplo en este mismo primer mensaje del hilo. Mi análisis, para ser comprendido completamente, presupone la lectura íntegra del libro escrito por Adolfo Recober Montilla, o sea, Teoría de la Evolución General.
El núcleo del libro, escrito originalmente en castellano de prosa clara y limpia, es la relación general entre la epistemología transdisciplinar y las consecuencias de la teoría de la evolución biológica.
Adolfo Recober Montilla piensa que en la evolución física en general, y especialmente cuando ya es razonable hablar de evolución biológica, no se van a cumplir por lo general las famosas tres leyes de la termodinámica básica, las cuales abocan a una progresiva degradación de la energía y, finalmente, a un estado de máximo desorden. La reflexión de Adolfo Recober Montilla no es muy original y ya ha sido postulada o sugerida numerosas veces... pero lo que importa, realmente, no es que sea una reflexión muy original, sino que, dada su relevante oposición a un paradigma científico tan importante como las leyes básicas de la termodinámica, esa reflexión tenga algo de verdadero.
De ahí la atrevida y significativa afirmación dada al final de la página 64 en su libro, que cito a continuación.
La afirmación es empírica, y por tanto su verdad o falsedad quedará confirmada (o refutada) si los datos experimentales avalan (o refutan) esta tesis con plenitud o con altísimo porcentaje de resultados significativos, en un sentido o en el sentido opuesto.Adolfo Recober Montilla escribió:Lo que sí afirmamos es que, cualquier interacción entre estructuras, en la que estén implicadas exclusivamente relaciones ordenadas, dará como resultado estructuras cuyas relaciones serán siempre ordenadas.
Y hay que reconocer que, en el sentido de la correlación débil, la recién citada tesis de Adolfo Recober Montilla sí que tiene fuerte confirmación experimental. Sin embargo, no hay sentido de la correlación fuerte, como se ve bien en el caso de los sueños humanos, cuyo innegable orden suele ser, sin embargo, bastante más caótico e informe que el de la complejidad sicofísica ordenada del soñador que los ha producido. El orden puede, pues, producir, y con frecuencia, un relativo desorden.
A continuación, Adolfo Recober Montilla reconoce la emergencia de realidades autónomas dado cierto nivel de base material e informativa, en línea con el principio materialista histórico dialéctico (marxista) de paso de la cantidad a la calidad. El materialismo mecanicista cuantitativista queda, así, frontalmente desautorizado. También esto está confirmado en sicobiología o lingüística, por ejemplo; y, en un sentido bien distinto, en la Historia de las escuelas artísticas pictóricas o musicales.
Como conclusión general, de las observaciones y los postulados de Adolfo Recober Montilla, a lo largo de su libro Teoría de la Evolución General., se deduce que las entidades vivas son progresivamente más complejas, integradas, poderosas e informadas... o sea, abiertamente antientrópicas.
Hay numerosos problemas de fondo en todo esto. Epistemológicamente en concreto, para empezar los conceptos de vida, de especie viva y de vida poseedora de consciencia son conceptos tradicionalmente, muy borrosos y cambiantes, conceptos aproximativos conflictivos, hasta tal punto de que, en biología real como ciencia experimental (que no en especulación biológica de salón) hay que recortar y precisar aspectos de las respectivas definiciones para obtener resultados experimentales y lógicos sólidos. Por eso decimos que un virus o un prión son seres vivos por su organización y su capacidad de mutación, pero que probablemente no lo son por su capacidad espontánea de búsqueda de alimentos, ni por presentar siquismo, fenómenos mentales. De ahí que sea frecuente considerar a los virus y a los priones como agregados macromoleculares no vivos, mas con capacidad (dadas circunstancias favorables) de copia masiva y de mutación bioquímica.
En formas muy superiores de los seres vivos, emerge la autoorganización, definida así al final de la página 95, libro citado.
La autoorganización, según nuestro filósofo, puede ocurrir y ocurre incluso en entidades no vivas. De todos modos, Adolfo Recober Montilla se centra en la autoorganización de las entidades prebiológicas y ya biológicas, dada la preeminencia que la selección natural ha dado a la autoorganización ha dado en las estructuras biológicas. Y en las estructuras sociales.Adolfo Recober Montilla escribió:La autoorganización, desde esta perspectiva, ha de hacer referencia al proceso mediante el cual un objeto no organizado, se organiza a sí mismo.
En la última parte de su libro, Adolfo Recober Montilla aborda las dificultades y los problemas de su propia teoría, teoría que puede enunciarse (página 139, obra citada) como principio de conservación del orden. Hace referencia expresa al choque de esta concepción con las leyes básicas de la termodinámica, aunque sin abordar una solución general a este choque conceptual. Luego me extenderé en las implicaciones de este importante choque conceptual. Nuestro filósofo matiza, finalmente, que si bien la propiedad del orden existe ya en las estructuras prebiológicas, la propiedad de la organización (en el sentido que Adolfo Recober Montilla da a esta palabra en su libro) tiene que darse en estructuras ya vivas.
En líneas generales, Adolfo Recober Montilla acierta en sus enunciados, pues hay base empírica para confirmarlos. Aquí, en este mensaje, no necesito entrar prolijamente en objeciones parciales. Si lo hiciera, como lingüista que soy, tendría que empezar por rechazar la pretendida observación evolucionista por selección natural que, en las lenguas, ha pretendido hacer mi colega alemán August Schleicher (pronunciación: Áugust Eschláijer) en el siglo XIX. Adolfo Recober Montilla intenta apoyarse en este autor para sus tesis, mas lo cierto es que hace tiempo que la lingüística experimental ha recusado las principales tesis de August Schleicher. Las lenguas no son seres vivos, no prosperan por selección natural y, más en concreto, no descienden genealógicamente unas de otras haciéndose cada vez más complejas. De hecho, la Historia de las lenguas indoeuropeas indica que su tendencia general es hacerse morfosintácticamente cada vez más simples, como vemos comparando la más simple (sobre todo, más regular y más predecible) morfosintaxis del inglés o del haitiano con las complejas morfosintaxis de dos lenguas indoeuropeas muy arcaizantes que son el sánscrito y el lituano, todavía ambas con uso oral, sobre todo el lituano. La cantidad de paradigmas morfosintácticos se reduce fuertemente, haciéndose el mecanismo morfosintáctico general mucho más esquemático... y mucho más fácil de aprender y de recordar. Las lenguas indoeuropeas muy antiguas, como el ya extinto védico de la India, o el griego micénico y homérico, son considerablemente más complejas que, por ejemplo, el griego moderno; y eso que el griego moderno todavía conserva importantes paradigmas complejos e irregulares en la conjugación verbal y en la declinación nominal, caídos en inglés y en haitiano.
Pero no es esto lo que quiero destacar en este mensaje. Mi propósito es muy distinto, y precisamente lo es porque reconozco la validez general de los postulados presentados por Adolfo Recober Montilla.
Lo que voy a hacer es una objeción general, de tipo epistemológico y sobre todo ético, a las consecuencias axiológicas, valorativas, que propuestas como las de Adolfo Recober Montilla suelen acarrear, implícita o explícitamente.
Epistemológicamente, hoy por hoy las tres leyes de la termodinámica abocan, a muy largo plazo eso sí, a un caos inevitable, pues las fuerzas del máximo desorden son imparables a medida que pase el tiempo. Por tanto, a la larga, el orden y la organización serán sustituidos por el desorden y la desorganización. Esta especie de anarquía cósmica y metafísica solamente podría ser superada si encontramos un poder que genere espontáneamente energía ordenadora. Eso no quita interés a lo que el hombre pueda lograr para obtener un ecosistema más justo, limpio, perdurable y feliz, pues ese logro puede durar millones de años... aunque llegará el momento en que se acabará. Ahora bien, según estas leyes de la termodinámica, probablemente la vida y la conciencia están emplazadas, condenadas a extinguirse en un futuro lejano. Los que piensan que con orden y con racionalidad se solucionarán permanentemente los problemas, se equivocan mucho, por tanto. Notemos, de todos modos, que hay teorías plausibles que postulan nueva generación detectable de energía en nuestro universo físico accesible a la percepción humana. Por lejanía del fin previsible, y por la posibilidad de obtener energía adicional, esta primera objeción, epistemológica, es la menor de mis dos objeciones.
La segunda objeción, ética, es mucho más seria y perentoria. Gráficamente, se resume en el mito de Sísifo. Una vez que el héroe ha llevado la gran bola de piedra a la cima de la montaña... la bola rueda al fondo del valle, y otra vez hay que subirla. Trabajo inútil, y además hay que recomenzar indefinidamente.
Trasladado este esquema al mundo actual, veámoslo con la informática, pues el ejemplo que voy a dar resultará muy claro.
Un usuario bien entrenado de ordenador personal maneja unos niveles muy elevados de complejidad, relativamente a la época, no tan lejana, en que dibujaba con pinceles, rotuladores y, como mucho mecánicamente, utilizando regla y compás para dibujos geométricos, además de limitarse a deslizar barritas escritoras (lápiz, pluma estilográfica, rotulador, bolígrafo, etcétera) por el papel donde escribía. Ahora todo es mucho más complejo, y en principio esa complejidad mucho mayor se justifica por la potencia, la rapidez y la facilidad de manejo para escribir, dibujar, pintar y hacer esquemas puntuales.
¿Seguro? Pues no. A los cuatro o cinco años, los fabricantes de ordenadores, programas de aplicación y sistemas operativos generales para el ordenador, intentan (y consiguen, con prácticas mafiosas y monopolistas) declarar y establecer que lo que ya sabía y tan trabajosamente había aprendido el escritor, diseñador conceptual o pintor de nuestro ejemplo... ya está obsoleto y debe ser sustituido por nuevos (y carísimos) modelos. De modo que, cuando nuestro ilusionado usuario del ordenador personal ya ha terminado de pagar sus máquinas, cuando ya ha terminado de aprender a usarlas... ¡a la porra con todo eso! Ahora debe aprender a usar aparatos, programas y sistemas operativos más complejos todavía (y, por tanto, con un aprendizaje más difícil y largo) además de vaciar sus bolsillos (y posiblemente endeudarse, a beneficio de los banqueros usureros) para comprar los nuevos cacharros y sistemas de utilización (programas, sistemas operativos) para esos cacharros.
Vida más compleja cada vez, sí, Adolfo Recober Montilla. Eso te lo reconocemos, porque has observado un proceso de complicación y organización cada vez mayor, que realmente existe.
Ahora bien, ¿vida cada vez mejor, cada vez más feliz? ¡Pues eso no! Porque hay que trabajar como un esclavo y aprender incluso robando horas al sueño, para aprender a desenvolverse en una vida cada vez más compleja... pero no más segura, sino cada vez más precaria.
Lo que buscamos quienes pretendemos una buena aproximación a la felicidad no es más complejidad, sino menos.
Queremos llevar una vida sencilla y predecible, sin rompernos la cabeza para engordar los bolsillos y las varas de mando de notables mafiosos como son los jueces, los políticos, los banqueros y los recaudadores de impuestos.
Y eso no quita para aprender habilidades complejas... que nos hagan la vida más simple. Y más cómoda, segura y agradable.
Mas que esas habilidades, esos cacharros, esos productos y servicios... sean muy baratos o gratuitos, de gran duración, permitiéndonos rascarnos la barriga toda la vida, sin esforzarnos para tener comida, vestido y cobijo.
¿Complejidad? No, querido Adolfo Recober Montilla. Mejor la simplicidad. Mejor una vida cada vez más sencilla, en lo físico y en lo espiritual.