Es la envidia la nueva enfermedad del siglo XXI?

Responder
Avatar de Usuario
Cequiel
Mensajes: 1028
Registrado: 28 Sep 2011, 17:18
Rango personalizado: Antes de que me quieras como se quiere a un gato
me largo con cualquiera que se parezca a ti. ~Joaquín Sabina

La realidad es el material más duro que existe. Tanto es así que cuando un fotón viaja por el espacio lo hace como onda. Pero cuando choca contra la dura realidad se convierte en un corpúsculo.

Es la envidia la nueva enfermedad del siglo XXI?

Mensaje por Cequiel »

El ser humano es un ser social y por tanto tiende a compararse con los demás. Y, fruto de esa comparación, puede surgir un complejo de inferioridad que desemboca en la envidia malsana.

Pero quizás hemos construido una sociedad que propicia ese doloroso sentimiento. Doloroso tanto para quien lo sufre como para los que tienen que soportarlo.
Pienso que el envidioso es una persona que sufre mucho. Y por ello no debe ser objeto de desprecio. Bastante tiene con su envidia, que envenena sus pensamientos.

Qué opináis? Creéis que la sociedad actual propicia la envidia? Es la envidia la enfermedad mental más extendida e ignorada de nuestro tiempo?
Yo pienso que sí.
La mierda es buena. Un millón de moscas no mueden estar equivocadas.
Avatar de Usuario
toni
Mensajes: 4484
Registrado: 14 Oct 2010, 21:24

Re: Es la envidia la nueva enfermedad del siglo XXI?

Mensaje por toni »

No creo que la envidia sea una enfermedad, como no lo es el egoismo, la humildad o el altruismo. Son sentimientos humanos, buenos o malos, que nos vienen dados geneticamente, o por las circunstancias que hemos vivido.

En mi opinión, la envidia tiene dos caras. La cara de la envidia hacia a aquellos que tienen lo que a uno le gustaria tener y no tiene (envidia sana que se dice bulgarmente), Y la envidia que de los deseos pasa a los actos, a los actos de perjudicar de alguna manera a aquellos que tienen lo que no tenemos sin razón justificada, lo que nos llevaria a la envidia negativa.

La sociedad actual, me parece que más que propiciar la envidia, lo que fomenta es el egoismo, y la envidia se crece confrme va creciendo el egoismo.
Avatar de Usuario
Peisithanatos
Mensajes: 66
Registrado: 16 Dic 2014, 00:09
Rango personalizado: Chtónico
Ubicación: tu mundo

Re: Es la envidia la nueva enfermedad del siglo XXI?

Mensaje por Peisithanatos »

Creo que esto viene por el lado del 'odio' ¿no? ¿Podemos comprender algo mentalmente, por medio de palabras? Eso es lo primero en que tenemos que ser bien claros: si la llamada "comprensión intelectual" no es un impedimento a la comprensión. La comprensión, por cierto, es integral, no dividida ni parcial. O comprendo algo, o no lo comprendo. El decirse a uno mismo: "yo comprendo algo intelectualmente", es sin duda una barrera para la comprensión. Es un proceso parcial, y, por lo tanto, no es en modo alguno comprensión.

Pues, bien, la pregunta es ésta: Yo, que estoy resentido, que estoy lleno de odio, ¿como he de librarme de ese problema, o como he de hacerle frente? ¿Qué es un problema? Sin duda, un problema es algo que perturba.

Yo estoy lleno de resentimiento, lleno de odio; detesto a la gente, y eso me causa dolor. Y me doy cuenta de ello. ¿Qué he de hacer? Este es un factor que perturba mucho mi vida. ¿Qué tendré que hacer? ¿Cómo estaré realmente libre de ello? No se trata tan sólo de desprenderme de ello por el momento, sino de librarme fundamentalmente de ello. ¿Cómo habré de proceder?

Esto para mí es un problema porque me perturba. Si no fuera una cosa perturbadora, no sería problema para mí, ¿verdad? Porque causa dolor, perturbación, ansiedad, porque creo que es feo, quiero librarme de él. Por consiguiente, es a la perturbación que yo me opongo, ¿no es así? Le doy diferentes nombres en distintos momentos, en diferentes estados de ánimo; un día lo llamo esto, y otro día otra cosa. Pero el deseo, en el fondo, es no verme perturbado. ¿No es eso? Como el placer no perturba, lo acepto. No deseo librarme del placer porque en él no hay perturbación, al menos por el momento. Pero el odio, el resentimiento, son factores muy perturbadores en mi vida, y yo deseo librarme de ellos.

Mi interés es no ser perturbado, y estoy buscando una manera de no ser nunca perturbado. ¿Y por qué no he de serlo? Yo tengo que ser perturbado para descubrir algo, ¿no es cierto? Yo tengo que pasar por tremendos trastornos, disturbios, ansiedades, para poder descubrir, ¿no es así? Porque si no me veo perturbado, me quedaré dormido. Y tal vez sea eso lo que la mayoría de nosotros desea en realidad: que se nos apacigüe, que se nos haga dormir, alejarnos de toda perturbación, hallar aislamiento, un retiro, seguridad. Si a mí no me importa, pues, ser perturbado (en realidad, no superficialmente); si no me importa ser perturbado porque deseo descubrir la verdad al respecto, entonces mi actitud hacia el odio, hacia el resentimiento, sufre un cambio, ¿verdad? Si no me preocupa ser perturbado, entonces el nombre no tiene importancia, ¿no es así? La palabra "odio" no es importante; ¿lo es acaso? O "resentimiento" contra la gente carece de importancia, ¿no es así? Porque entonces vivo instantáneamente el estado que llamo "resentimiento", sin hablar de la vivencia.
La ira es una cualidad muy perturbadora, como lo son el odio y el resentimiento; y muy pocos de nosotros experimentamos la ira inmediatamente sin nombrarla. Si no la nombramos, si no la llamamos "ira", la vivencia es, por cierto, distinta, ¿verdad? Como la denominamos, con ello reducimos la vivencia nueva a lo viejo o la fijamos en términos de lo viejo. Mientras que si no la nombramos, hay entonces una vivencia que se comprende inmediatamente, y esta comprensión trae una transformación en el momento de esa vivencia.

Tomemos, por ejemplo, la mezquindad. La mayoría de nosotros no nos damos cuenta si somos mezquinos: mezquinos en cuestiones de dinero, mezquinos para perdonar a la gente; mezquinos, simplemente, bien lo sabéis. Estoy seguro que esto nos resulta familiar. Ahora bien, dándonos cuenta de ello, ¿cómo vamos a librarnos de esa condición? No se trata de llegar a ser generosos, que no es lo importante. El estar libre de mezquindad implica generosidad; no necesitáis volveros generosos. Evidentemente, hay que darse cuenta de ello. Puede que seáis muy generosos al hacer un gran donativo a vuestra sociedad, a vuestros amigos, pero terriblemente mezquinos en cuanto a dar mayor propina; bien sabéis lo que entiendo por "mezquino". Uno no es consciente de ello. Cuando uno llega a darse cuenta de ello, ¿qué ocurre? Nos esforzamos por ser generosos, tratamos de vencer nuestra mezquindad, nos disciplinamos con el fin de ser generosos, y así sucesivamente. Pero, después de todo, el ejercitar la voluntad para ser algo sigue siendo parte de la mezquindad, dentro de un circulo mayor) Así, pues, si no hacemos ninguna de esas cosas y simplemente nos damos cuenta de lo que implica la mezquindad, sin aplicarle un término, veremos que ocurre una transformación radical.

Tened a bien experimentar con esto. Primero, uno tiene que ser perturbado; y es obvio que a casi ninguno de nosotros le gusta ser perturbado. Creemos haber hallado una norma de vida ‑el Maestro, la creencia, lo que sea- y allí nos establecemos. Es lo mismo que tener un buen puesto burocrático y establecerse en él para el resto de la vida. Con esa misma mentalidad enfocamos diversas cualidades de las cuales queremos librarnos. No vemos la importancia de ser perturbados, de estar interiormente inseguros, de librarnos de toda dependencia. Es sólo en la inseguridad, sin duda, que descubrís, que podéis ver, que comprendéis. Queremos tener, como el hombre de mucho dinero, una vida fácil. Él no será perturbado; él no quiere ser perturbado.

La perturbación es esencial para la comprensión y cualquier intento de hallar seguridad es un obstáculo a la comprensión; y cuando queremos libramos de algo que nos perturba, ello es por cierto un obstáculo. Mas si podemos experimentar un sentimiento inmediatamente, sin nombrarlo, creo que es mucho lo que en ello encontraremos. Entonces ya no hay pugna con el sentimiento, porque el experimentar y lo experimentado son una misma cosa; y eso es esencial. Mientras el experimentador nombre el sentimiento, la vivencia, él se separará de ella y actuará sobre ella; y tal acción es artificial, ilusoria. Pero si no se nombra, el experimentador y lo experimentado son una sola cosa. Esa integración es necesaria, y hay que enfrentarla radicalmente.
Responder