¿Cómo escuchamos?

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Miguel Carrasco
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¿Cómo escuchamos?

Mensaje por Miguel Carrasco »

¿No es importante averiguar cómo se ha de escuchar? A mí me parece que la mayoría de nosotros no escuchamos en modo alguno. Escuchamos a través de diversos tamices de prejuicios, examinando lo que se dice como hindúes, musulmanes, cristianos, o con una mente ya predispuesta. No escuchamos libremente, con naturalidad, calladamente. Escuchamos con la intención de concordar o disentir, o escuchamos con espíritu de argumentación, no para descubrir; y me parece muy importante saber cómo escuchar, saber cómo leer, ver, observar. La mayoría somos incapaces de escuchar de veras, y es sólo escuchando y oyendo correctamente, que comprendemos. La comprensión no llega por el esfuerzo ni mediante forma alguna de conformidad o coacción, sino tan sólo cuando la mente está muy quieta. Tratando de descubrir qué es lo que la otra persona dice, no hay tensión ni esfuerzo sino un fácil fluir, un deleite veloz; mas no podemos descubrir lo que otro dice si escuchamos con alguna clase de prejuicio. Tal vez tenga yo algo nuevo que decir; y para aquellos que estén predispuestos a favor o en contra, será muy difícil comprender realmente. Porque la mayoría de nosotros estamos condicionados por influencias sociales, económicas, religiosas, etc. Somos copiadores, imitamos, y por lo tanto no hacemos caso de aquello que es nuevo; lo calificamos de revolucionario o de absurdo y lo hacemos de lado. Pero si podemos examinarlo, si podemos considerarlo libre de todo prejuicio y toda limitación, entonces quizá resulte posible comprendernos y estar en comunión unos con otros. Sólo hay comunión cuando no hay barrera; y una idea, un prejuicio, es una barrera. Cuando amáis a alguien estáis en comunión, no tenéis idea alguna acerca de la persona que amáis. Análogamente, si podemos establecer relaciones de verdadera comunión entre nosotros, de suerte que vosotros y yo comprendamos el problema juntos, hay entonces una posibilidad de radical revolución en el mundo. El mundo, después de todo, no necesita mera reforma ni una revolución superficial, sino una revolución (…) ya que la masa se compone de muchos individuos, la masa no es una entidad independiente, no es diferente ni está separada de vosotros y de mí.

Existe un arte de escuchar. Escuchad para descubrir si lo que se dice tiene significación, y, después de escuchar, juzgad, aceptad o rechazad; pero antes que nada, escuchad. La dificultad, para la mayoría de nosotros, está en que no escuchamos. Venimos predispuestos a ser antagonistas o amigos, no a escuchar neutralmente. Si escucháis neutralmente, sólo entonces, por cierto, empezáis a descubrir lo que hay más allá de las palabras. Las palabras son medio de comunicación. Tenéis que aprender mi vocabulario, el sentido de mis palabras, y entonces, hallaréis la significación del tema. Lo que reviste primordial importancia es aprender a escuchar correctamente. Si leéis un poema y tenéis prejuicios, ¿cómo podréis comprenderlo? Para apreciar lo que el poeta desea que comprendáis, debéis venir con libertad para ello.

He dicho que hay un arte de escuchar, y quizá pueda ahondar en ello algo más, porque creo importante el escuchar como es debido. Generalmente oímos lo que queremos oír, y excluimos todo lo que resulta perturbador. A toda expresión de una idea perturbadora le hacemos oídos sordos; y especialmente en asuntos que son profundos, religiosos, que tienen significación en la vida, somos propensos a escuchar muy superficialmente. Si algo oímos, es simplemente palabras, no el contenido de las palabras, porque, la mayoría de nosotros no deseamos ser perturbados. Casi todos queremos continuar con nuestros viejos hábitos; porque el modificarse, el producir un cambio, significa perturbación: perturbación en nuestra vida diaria, perturbación en nuestra familia, perturbación entre marido y mujer, entre nosotros y la sociedad. Como a la mayoría de nosotros no nos agrada ser perturbados, preferimos seguir en la existencia el camino fácil; y que él conduzca a la desgracia, al disturbio y al conflicto, tiene al parecer muy poca importancia. Lo único que queremos es una vida fácil: no tener demasiadas dificultades ni perturbaciones, no pensar demasiado. Por eso, cuando escuchamos, en realidad nada oímos. Casi todos tenemos miedo de escuchar con hondura; pero es sólo cuando escuchamos así, cuando los sonidos penetran profundamente, que existe una posibilidad de cambio fundamental, radical. Tal cambio no es posible si escucháis superficialmente; y, si puedo insinuarlo, esta tarde por lo menos tened a bien escuchar sin resistencia alguna, sin ningún prejuicio; escuchad, nada más. No hagáis un esfuerzo tremendo por comprender, porque la comprensión no viene con el esfuerzo, no viene luchando. La comprensión llega velozmente, inadvertidamente, cuando el esfuerzo es pasivo; sólo cuando el que hace el esfuerzo está en silencio, llega la onda de la comprensión. De suerte que, si puedo sugerirlo, escuchad como escucharíais correr el agua. Entonces no imagináis, no os esforzáis por escuchar; escucháis, nada más. Entonces el sonido transmite su propio significado, y esa comprensión es mucho más profunda, mayor y más duradera que la mera comprensión de palabras que resulta del esfuerzo intelectual. El entender las palabras, que se llama comprensión intelectual, es algo totalmente vacío. Vosotros decís “comprendo intelectualmente, pero no puedo ponerlo en práctica”; lo cual significa que en realidad no comprendéis. Cuando comprendéis, comprendéis el contenido; no hay comprensión intelectual. La comprensión intelectual es puramente verbal. Oír las palabras no es comprender su contenido. La palabra no es la cosa; la palabra no es la comprensión. La comprensión llega cuando la mente cesa en su esfuerzo, es decir, cuando no opone resistencia, cuando no tiene prejuicios y escucha libre y plenamente. Y si puedo sugerirlo, esos es lo que debiéramos tratar de hacer esta tarde; porque entonces hay en el escuchar un gran deleite, como escuchar un poema, una canción, o ver el movimiento de un árbol. Entonces esa observación misma, esa atención, brinda una significación tremenda a la existencia.

Pienso que es muy importante saber cómo escuchar. Si saben cómo escuchar, llegarán inmediatamente a la raíz de las cosas. Si escuchan el sonido puro, tendrán un contacto instantáneo con su belleza. De igual manera, si supieran cómo escuchar lo que se está diciendo, habría una comprensión instantánea. Escuchar es enfocar completamente la atención. Ustedes piensan que la atención es una cosa cansadora, que aprender a concentrarse es un largo proceso. Pero si realmente saben cómo escuchar, entonces la atención no es difícil y encontrarán que llegan inmediatamente al corazón de las cosas, con un estado extraordinario de alerta.
La mayoría de nosotros no escucha realmente. Nos distraen los ruidos externos o tenemos algún prejuicio, alguna propensión que deforma nuestra mente, y eso nos impide escuchar verdaderamente lo que se dice.
Esto es especialmente así con las personas mayores, porque tienen tras de sí una larga serie de logros y fracasos; son alguien o no son nadie en el mundo, y es muy difícil penetrar las capas de sus formulaciones, de sus conceptos previos. Su imaginación, su condicionamiento, su sentido de la realización personal impedirán que lo que se dice pueda penetrar. Pero si sabemos cómo escuchar lo que se está diciendo, si podemos escuchar como si escucháramos el canto de un pájaro en la mañana, entonces el escuchar es una cosa extraordinaria, especialmente cuando lo que se dice es algo verdadero. Puede no gustamos, puede que lo resistamos instintivamente; pero si realmente podemos escuchar, veremos la verdad de ello. De ese modo, el auténtico escuchar quita la carga de la mente, limpia los desperdicios de muchos años de fracasos, éxitos, anhelos.
Ustedes saben lo que es la propaganda, ¿no es así? Significa propagar, sembrar o repetir constantemente una idea. Así es como el propagandista, el político, el líder religioso imprimen en la mente de ustedes lo que ellos quieren que crean. También en este proceso hay involucrado un escuchar. Tales personas repiten continuamente lo que uno debe hacer, qué libros debe leer, a quién debe seguir, qué ideas son correctas y qué ideas son erróneas; y esta constante repetición deja una huella en nuestra mente. Aun si no los escuchamos de manera consciente, eso va dejando una impresión, y tal es el propósito de la propaganda. Pero ya lo ven: la propaganda es meramente un interés creado, no trae esa verdad que uno comprende al instante cuando realmente escucha, cuando presta atención sin esfuerzo alguno.
Ahora ustedes me están escuchando; no están haciendo un esfuerzo para prestar atención, simplemente están escuchando; y si hay verdad en lo que oyen, encontrarán que dentro de ustedes ocurre algo notable: un cambio no premeditado ni deseado, una transformación, una revolución completa en la que sólo reina la verdad y no las creaciones de la mente. Si puedo sugerirlo, de ese modo tienen que escucharlo todo, no sólo lo que estoy diciendo sino también lo que dicen otras personas; así tienen que escuchar a los pájaros, el silbido de una locomotora, el ruido del autobús que pasa. Encontrarán que cuanto más lo escuchan todo, mayor es el silencio, y ese silencio no es roto por el ruido. Pero cuando están resistiendo algo, cuando erigen una barrera entre ustedes y aquello que no desean escuchar, sólo entonces se genera una lucha.
Ahora bien, ¿no es muy importante ser refinado, tanto exteriormente como interiormente? ¿Saben qué es el refinamiento? Es ser sensibles a todo lo que nos rodea, y también a los pensamientos, a las creencias, a los sentimientos que hay dentro de nosotros. El refinamiento se refleja en las ropas que vestimos, en nuestros modales, en nuestros gestos, en la manera como caminamos, como hablamos, como miramos a la gente. Y el refinamiento es esencial, ¿verdad? Porque sin refinamiento lo que hay es deterioro.
¿Saben qué significa deteriorar? Es lo opuesto de crear, de construir, de tener la iniciativa para progresar, para crecer. El deterioro implica lenta decadencia, marchitamiento; y eso es lo que está sucediendo en el mundo. En los colegios y en las universidades, entre las naciones, entre los pueblos, en el individuo, hay una paulatina decadencia; el proceso de deterioro prosigue todo el tiempo y esto es porque falta refinamiento interno. Ustedes podrán tener cierta cantidad de refinamiento exterior, podrán vivir en una hermosa casa, alimentarse bien, observar una pulcritud escrupulosa, pero sin el refinamiento interno, la perfección externa de la forma tiene muy poco sentido. Es meramente otra variedad de deterioro. Tener bellas posesiones pero ser internamente groseros, o sea, estar interesados en la propia vanidad y grandiosidad, en las propias ambiciones y logros, es el camino del deterioro.
Existe la belleza de la forma en la poesía o en una persona o en un árbol hermoso, pero sólo tiene sentido a través del refinamiento interno del amor. Si hay amor, habrá refinamiento tanto externo como interno. El refinamiento se expresa exteriormente en la consideración por los demás, en la manera como tratamos a nuestros padres, a nuestros vecinos, al sirviente, al jardinero. El jardinero puede haber creado para nosotros un bello jardín, pero sin ese refinamiento que es amor, el jardín es meramente una expresión de nuestra propia vanidad.
Por lo tanto, es esencial tener refinamiento, tanto externo como interno. La manera como ustedes comen es muy importante: si hacen ruido mientras comen, eso importa muchísimo. El modo como se comportan, los modales que tienen cuando están con sus amigos, la manera como hablan de otros… todas estas cosas importan porque señalan lo que son ustedes internamente, indican si hay o no hay refinamiento interno. Una falta de refinamiento interno se expresa en la degeneración externa de la forma; de modo que el refinamiento externo significa muy poco si no hay amor. Y ya hemos visto que el amor no es una cosa que podamos poseer. Adviene sólo cuando la mente comprende los complejos problemas que ella misma ha creado.

Jiddu Krishnamurti.
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Tachikomaia
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Re: ¿Cómo escuchamos?

Mensaje por Tachikomaia »

Dile a Jiddu Krishnamurti que "escuche" esto:

El que quiere aprender, quiere hacerlo rápido, sin tener que leer un texto largo ni metáforas absurdas (se escucha con el oído, si quiere hablar de cómo analizamos por ejemplo que lo exprese como corresponde).
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Miguel Carrasco
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Re: ¿Cómo escuchamos?

Mensaje por Miguel Carrasco »

Si se escucha con el oído externo, entonces sólo se escuchan las palabras, lo que interesa, y así se elige, se acepta o se rechaza. Si se escucha con el oído interno, esto es, enteramente, entonces se comprende verdaderamente la vacuidad de las palabras, cuál es su verdadero valor.

No se aprende por medio de las palabras, y aprender rápido o lento es una mera expresión del pensamiento, que es precisamente el problema. El pensamiento crea el tiempo psicológico, rápido o lento, ayer y mañana. De manera que no escucha, porque lo que le interesa es no perder la paciencia, le interesa la respuesta inmediata, la más rápida posible, aunque ésta sea estúpida y conduzca al sufrimiento, al placer y el dolor, la esperanza y la desesperanza, la ilusión y la desilusión, y de ahí que se pierda en la compulsión o el análisis y la elección; todo ello como producto de la confusión que el pensamiento crea al tratar de arreglar lo que él mismo estropea.
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