El mundo de la calle (La falta de valores en la actualidad)

ratio
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El mundo de la calle (La falta de valores en la actualidad)

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La educación es un tema de muy difícil tratamiento. No en vano, en la actualidad, se dan unos factores inéditos en la historia de la civilización occidental. Una vez aparecida y consolidada la democracia que eliminó –o casi eliminó- la enseñanza religiosa de la educación escolar y a cuya eliminación se achaca la falta de valores –algo completamente falso- hay que plantearse el origen de la decadencia educacional desde perspectivas muy complejas que abarcan muchos factores desconocidos hasta el momento y que desembocan en la triste conclusión de que es la primera vez en la historia en la que la juventud ha escapado al control de la sociedad.

La desaparición de la represión religiosa –antaño amparada por gobiernos confesionales- ha dado lugar a una nueva libertad tanto de conciencia como de hechos y obras antiguamente prohibidos. Esa nueva libertad, junto con la aparición de los nuevos medios de comunicación –televisión, radio, internet, telefonía móvil- y un neocapitalismo salvaje que aprovecha esa misma libertad para adocenar a la juventud, dan como resultado un “cóctel Molotov” de incalculables consecuencias.

La democracia, como sistema político menos malo, ha provocado unos efectos colaterales impensables por la falta de experiencia combinada con esos nuevos factores. Desgraciadamente, la democracia venía sin libro de instrucciones.

La libertad tan aclamada por una sociedad cansada de irracionalismos religiosos ha desembocado en un cántico al “todo vale”, a una anarquía controlada –de momento- y a un hedonismo insaciable que se coloca como objetivo único y final de la existencia olvidando cuestiones tan fundamentales como la prudencia y la templanza a la hora de conseguir tal hedonismo. El afán en convertir la represión en un hecho del pasado ha dado alas al libertinaje casi incontrolado haciendo de la disciplina y de la censura un objeto tabú. Cualquier intento de prohibir o censurar evoca, de forma paranoide, un pasado dictatorial impidiendo llevar a cabo una democracia racional en lugar de evitar que el exceso de libertad se convierta –no en una falta de educación- sino en una mala educación.

La total falta de control de los medios, la influencia salvaje de la publicidad manipulada por el marketing y la –cada vez más pujante- ansia de enriquecimiento de las multinacionales y grandes empresas desembocan en un adoctrinamiento de la juventud que sustituye a aquella catequesis parroquial y escolar dejando las cosas en igualdad de condiciones a la espera de saber cuál de las dos alienaciones es peor.

Así las cosas, no es de extrañar que la juventud adolezca de falta de valores si éstos están ausentes en los medios influyentes que conforman el mundo mediático, a quien le importa más su enriquecimiento -a costa de la alienación de la masa- que procurar un futuro sano a sus posibles clientes del mañana. No es el cometido de esos medios, por supuesto, el educar a la masa, pero, teniendo en cuenta la enorme influencia que ejerce en la misma, deberían estar sujetos a una estrecha vigilancia por parte de los gobiernos impidiendo que los mensajes publicitarios y los programas que emiten las cadenas –tanto de televisión como de radio- tengan como objetivo el ser un medio sin control para conseguir unos fines lucrativos. La falta de vigilancia y la ausencia de unos códigos éticos o deontológicos autoimpuestos en los medios de comunicación y de publicidad hacen casi inútil la labor gubernamental en pro de una buena educación. De nada vale esforzarse en conseguir un buen plan educativo si éste no se ve respaldado por todos los componentes de la sociedad, sobre todo, de aquellos que influyen en tan gran medida anulando la buena labor del personal docente y de los padres en los casos en que éstos realmente ejerzan como tales, ya que la calidad de los progenitores es otro tema espinoso que acarrea enormes consecuencias negativas al ya tan deteriorado panorama educacional y cultural.

Evidentemente, es fundamental una buena educación ya desde sus bases, pero, creo que tan importante como esa misma educación es eliminar los factores “deseducantes”.

Llamo “el mundo de la calle” a todos los factores sociales que no son ni el colegio, ni la escuela, ni la familia. Queda, por tanto, la calle misma, con todos sus bares, discotecas, pubs, barrios, parques, plazas y todo lo que está formado por el mundo mediático: televisión, publicidad, internet, radio, prensa, etc. En definitiva, el mundo de la “calle” es cualquier momento en que el adolescente está fuera del alcance y de la vigilancia de los educadores, sean, éstos, los maestros, profesores o los propios padres.

Situados los elementos que intervienen en la educación -y tal como están las cosas en muchos países como el nuestro- se produce un enfrentamiento entre fuerzas “educacionales” y fuerzas contrapuestas que intervienen como opositoras y destructivas de los buenos intentos educativos por parte de los maestros, profesores y de los padres (cuando éstos son, realmente, un factor educativo positivo, teniendo en cuenta que muchos padres no educan, sino que educan mal o –peor aún- son una base directa de una desastrosa y mala educación).Así, pues, tristemente, en países como el nuestro, y en demasiadas ocasiones, todo el trabajo efectuado por los educadores es destruido o, al menos, contrarrestado por el mundo de la calle a través de sus elementos. Dichas fuerzas son demasiado poderosas como para poder ser compensadas por una buena educación escolar y familiar.

El marketing publicitario es un pulpo gigantesco con demasiados tentáculos sin escrúpulos que intentan convertir a la gran masa –no sólo de adolescentes, sino de adultos- en potenciales consumidores de sus productos. Las televisiones y medios de información y radiodifusión –al no tener ninguna responsabilidad educativa (sí en teoría, pero no “de facto”)- utilizan todos los medios a su alcance para conseguir el máximo de audiencia a través de espectáculos morbosos, vulgares, chabacanos, completamente faltos de interés cultural o educativo, ya que eso último “no vende”. La publicidad que patrocina o acompaña esos mismos programas –como la gran mayoría de toda la televisión y radio-, a su vez, utiliza medios psicológicamente destructivos para conseguir sus fines comerciales.

Vistas así las cosas, no tenemos que extrañarnos de los bajos niveles de educación. No es tanto una “mala educación” sino una descomunal influencia del “mundo de la calle” en la que los adolescentes quedan totalmente fuera del control de la sana educación y en donde –lo que es peor- entran en juego los elementos desestabilizadores y “deseducantes” que hacen casi inútil todo el esfuerzo de los educadores.

El origen de dichas fuerzas corrosivas está en una mal entendida democracia, en la que se han eliminado los métodos de censura a cualquier nivel por entender –inadecuadamente- que en democracia no puede haber censura. Craso error. Muchos son los que evocan fantasmas del pasado cuando se habla de censura. El franquismo surge como espectro resucitado cuando alguien pretende una mayor vigilancia sobre los medios de información, televisión, cine o espectáculos. La violencia, el sexo fuera de contexto, la vulgaridad y la chabacanería en dibujos animados o programas infantiles, convierten en banalidad la misma violencia, las palabras malsonantes, los gestos groseros etc. convirtiéndolos en moneda de uso corriente, no sólo en el ámbito privado, sino en los propios medios de información. Es frecuente ver presentadores de programas utilizando palabras malsonantes, utilizando vocablos incorrectos pervirtiendo el lenguaje o gesticulando de forma grosera o esperpéntica siendo copiados por los jóvenes telespectadores, quienes –en un afán imitador- se convierten en espabilados alumnos de tan desafortunados presentadores.

Informes muy serios (recuerdo algo de Noam Chomsky y otros autores) denuncian la cantidad de violaciones, asesinatos, palizas o malos tratos que pueden llegar a presenciar los niños y adolescentes al cabo de un año a través del cine y la televisión, a lo que hay que añadir los juegos virtuales de ordenador que, como ya es sabido, utilizan demasiadas veces la violencia gratuita como base de tales juegos.

En definitiva, no habrá un plan educativo lo suficiente bueno y eficaz mientras existan todos esos elementos que conformen “el mundo de la calle”, un mundo perverso, implacable y despiadado contra el que ni los padres ni los profesores apenas pueden enfrentarse . Estamos en manos de los intereses económicos sin escrúpulos, los cuales utilizan todos los métodos a su alcance para conseguir sus fines y, uno de ellos, es conseguir una juventud alienada y fácilmente manipulable aprovechándose de su inherente debilidad psicológica e inmadurez. Es la sustitución de una alienación –la religiosa- por otra.
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WolfAustral
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

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ratio escribió:Llamo “el mundo de la calle” a todos los factores sociales que no son ni el colegio, ni la escuela, ni la familia. Queda, por tanto, la calle misma, con todos sus bares, discotecas, pubs, barrios, parques, plazas y todo lo que está formado por el mundo mediático: televisión, publicidad, internet, radio, prensa, etc. En definitiva, el mundo de la “calle” es cualquier momento en que el adolescente está fuera del alcance y de la vigilancia de los educadores, sean, éstos, los maestros, profesores o los propios padres.
ratio escribió:Así las cosas, no es de extrañar que la juventud adolezca de falta de valores si éstos están ausentes en los medios influyentes que conforman el mundo mediático, a quien le importa más su enriquecimiento -a costa de la alienación de la masa- que procurar un futuro sano a sus posibles clientes del mañana. No es el cometido de esos medios, por supuesto, el educar a la masa, pero, teniendo en cuenta la enorme influencia que ejerce en la misma, deberían estar sujetos a una estrecha vigilancia por parte de los gobiernos impidiendo que los mensajes publicitarios y los programas que emiten las cadenas –tanto de televisión como de radio- tengan como objetivo el ser un medio sin control para conseguir unos fines lucrativos. La falta de vigilancia y la ausencia de unos códigos éticos o deontológicos autoimpuestos en los medios de comunicación y de publicidad hacen casi inútil la labor gubernamental en pro de una buena educación. De nada vale esforzarse en conseguir un buen plan educativo si éste no se ve respaldado por todos los componentes de la sociedad, sobre todo, de aquellos que influyen en tan gran medida anulando la buena labor del personal docente y de los padres en los casos en que éstos realmente ejerzan como tales, ya que la calidad de los progenitores es otro tema espinoso que acarrea enormes consecuencias negativas al ya tan deteriorado panorama educacional y cultural.
Yo no creo que el problema esté en "el mundo de la calle", sino en lo que no es el mundo de la calle: escuela y familia. Despues de todo, ahí sigue siendo el primer contacto del ser humano (niño) con el mundo.

Hablas de que el gobierno controle el mundo mediatico, para aseugrar la calidad de lo que se pasa en los medios. Eso suena bien en teoría, pero en la práctica cuándo el gobierno controla el mundo mediatico (y te puedo dar ejemplos basados en varios paises de latinoamérica) normalmente es usado para proselitismo: más que educar en valores, se busca educar al futuro votante para que vote por el partido oficial del momento. Te doy un ejemplo, un libro para enseñar a leer de hace unos 30/40 años:
Spoiler: show
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También hay ejemplos actuales, pero ya no se gastan en hacer libros: ahora la ""educación"" controlada por el gobierno apunta a la TV y a internet.

Es tarea de la familia y de la escuela (y posteriormente las universidades) crear una cultura de lectores, para contrarestar el avance de la inmediatés, el pensamiento instantaneo, la influencia de la TV y los medios y todo lo que implique el "hacer rápido sin pensar demasiado en las consecuencias".

Porque la familia es la única institución que se puede decir que no tiene ningún tipo de intereses más allá del niño. La escuela puede estar limitada por el estado, tanto ideologica como financieramente. De hecho lo está. Los medios, cómo mencionás, responden a intereses económicos. Entonces lo que queda en el fondo no es "el mundo de la calle", el único eslabón totalmente seguro, y que hay que afianzar es la familia. Luego de la familia, se pasa a la escuela (a una buena escuela), y de ahí al mundo.

Sobre la pregunta, "¿y ahora qué valores seguimos?", la religión por la que tanto siguen llorando los talibanes ateos daba una gama de valores que son perfectamente aplicables a la democracia y a la racionalidad, pero su fé taliban no se los permite ver. Hay que crear una materia especial para ateos radicales en las escuelas, y luego de que tomen conciencia de que pueden ser racionales y al mismo tiempo tener valores cristianos, pues aplicar los valores que ya han funcionado en tiempos pasados, pero desde una perspectiva laica.
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

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Es absurdo que pongas a la familia como principal garantía de educación. La familia no garantiza nada, ni es un ideal. Dependiendo de quién forme la familia, más valdría que muchas de ellas no hubieran existido.

Familias disfuncionales y enfermizas las hay a montones.

Insisto una vez más, que ni la familia ni el colegio pueden contrarrestar el mundo de la calle.

VICENTE VERDÚ
Contra la familia



Es difícil, por no decir imposible, encontrar una institución más mostrenca, opresiva y anacrónica que la familia actual. La misma veneración sagrada con la que sus defensores la tratan, da idea de la que se nos viene encima. En medio de una sociedad laica, construida siglo a siglo, en busca de la libertad, la familia sigue entronizada como una piedra bendita a la que se atribuye, tanto en los fascismos como en cualquier régimen autoritario, la categoría de célula de la sociedad. Una sociedad compuesta acaso por células familiares o células madre que operan como recias sucursales del orden, las obligaciones jerárquicas, el vínculo de sangre y cosas así.

En esta institución bendita los padres no entienden a los hijos, más bien los soportan

Estar en familia resguarda, no cabe duda. Estar en la familia encarcela, no hay la menor vacilación. Una familia en sentido amplio, una fratría o un campamento de amigos serían una familia sana y actual pero la otra familia, la estricta familia, lleva en su seno un paralizante riego sanguíneo que impone, por ese conducto venoso (venenoso) respetos, órdenes y subordinaciones que en nada tienen que ver con el proyecto de ser individuos enteros. Seres íntegros para lo que sea y no seres demediados, dirigidos y humillados por la institución.

No es amor lo que construye una familia en la mayoría de los casos sino, sencillamente, cemento hormonal, herencia burguesa. No es, de ninguna manera, afinidad electiva lo que produce ese artefacto, bendecido por los Papas, una y otra vez.

El Papa bendice a la familia porque si antes obtenía su cénit rezando juntas y emitiendo una felicidad de purpurina dominical, ahora acoge a los parados, da socorro a los divorciados, ayuda a la hipoteca del que empieza a trabajar y, encima, los resigna económicamente a todos. Con estos elementos funcionales, monetarizados y beatos, la familia hace las veces de un banco natural sin intereses, sin comisiones, todo en nombre de la parentela.

¿Un querido y hasta divertido familiar? Esto ya importa menos porque la familia pertenece a la prehistoria del amor cortés y seriamente se cimentaba en intereses ajenos a la voluntad personal. No había que quererse para casarse ni para tener hijos, no había que reunirse por ganas de disfrutar una conversación. Sencillamente, la familia operaba como una máquina cuya característica fundamental, determinante y eficiente, era crear lazos que además de ensartar a los sujetos bajo un patriarcado, convertía esa autoridad, a la manera divina, en indiscutible trueno de Dios.

Este constructo que tanto hizo por articular espacios rurales y guanxis internacionales permanece ahora tanto como un estafermo para el amor como, todavía, un posible ingenio para el negocio.

Siempre, en las épocas de cambio como la actual, aparecen flotando conceptos e instituciones arrastrados por el naufragio del pasado, pecios inútiles o zombis de a actualidad. En esta institución bendita los yernos no aman a las suegras, o más bien las odian; los padres no entienden a los hijos, más bien los soportan; los hijos no saben como emanciparse de los padres y, en el intervalo, los explotan; los hermanos se ignoran o envidian entre sí y las parejas de los hermanos, salvo excepciones, ni se hablan. ¿El padre? ¿La madre? El padre, antes cabeza de familia, ha perdido su gloriosa potestad mientras la madre, paño de lágrimas de otros tiempos, apenas tiene un fin de semana libre para enjugar las penas. Y todo ello, en el caso de que unos y otros se encuentren lo bastante cerca como para reconocerse y saber quiénes son.

Los padres se declaran tan impotentes para comprender los intereses de los hijos como los hijos se reconocen a una distancia sideral del pensamiento paterno. Y no sólo porque haya llegado el diablo de Internet sino porque internamente, en el interior de la familia, no queda casi nada que comunicar. Los chicos tienen sus pandillas y los padres las cenas de matrimonios más sus amantes.

Los primeros rechazan pasar las vacaciones con los padres, las Navidades o el Fin de Año. Pero encima tampoco los respetan o necesitan espiritualmente. Definitivamente, los hijos no ven el momento de emanciparse y ese momento, ahora difícil, ayuda poco a que la relación sea cordial. Los padres desean proteger a los hijos y los hijos, muy pronto sienten como una insoportable humillación depender de los padres. No significa esto que no se quieran. O no se quieran a su manera. Prácticamente todo el mundo se quiere porque siempre es más grato amarse que aborrecerse. No significa pues que la familia cree un odio adicional. Crea el odio o el malquistamiento propio de vivir encerrados en un mismo piso personas que no han elegido al compañero y, encima, un señor o señora mayor pretende dar consejos y tener una razón superior.

Si el autoritarismo se soporta muy mal, todavía más aquel que se entromete en tu intimidad. Los chicos forman agrupaciones, se sienten apegados a las bandas o tribus urbanas, se hacen colegas de otros que no viven en los metros cuadrados inmediatos a su habitación. La fratría regresa sustituyendo a la jerarquía. Gracias a Dios. Dios mismo, sin ir más lejos, solo es una figura simpática cuando no es ni Padre ni Amo sino tan sólo un educado amigo más.


http://www.elpais.com/articulo/sociedad ... isoc_8/Tes
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por WolfAustral »

ratio escribió:Es absurdo que pongas a la familia como principal garantía de educación. La familia no garantiza nada, ni es un ideal. Dependiendo de quién forme la familia, más valdría que muchas de ellas no hubieran existido.

Familias disfuncionales y enfermizas las hay a montones.

Insisto una vez más, que ni la familia ni el colegio pueden contrarrestar el mundo de la calle.
Bueno, con el razonamiento falaz de "Hay muchas familias disfuncionales entonces no se puede confiar en la familia como institución", yo también te puedo decir que...

... hay muchos medios de comunicación que enseñan mierda, entonces no podemos confiar en los medios de comunicación ...

... hay muchos gobiernos que promueven el odio, entonces no podemos confiar en los gobiernos ...

... hay muchos videojuegos que instan a la violencia, el sexismo y las malas costumbres, entonces no podemos jugar ningún videojuego ...

... hay muchos foros en donde se escribe cualquier cosa (sólo hay que pegarle una ojeada a 4chan :lol: ), entonces no podemos confiar en los foros...

... hay sitios de internet donde se muestra porno con menores, se venden armas, droga... Entonces no podemos confiar por internet ...

Y ahora pongo pruebas que sustenten lo que digo:
http://ebay.com
http://twitter.com/chavezcandanga
http://www.iglesiauniversal.com.ar



.....

En fin, creo que doy a entender mi punto. Es ridículo tomar uno o varios casos negativos y determinar entonces la generalidad negativa sobre la familia (o sobre cualquier tema). Con ese mismo criterio apocalíptico, no existe una sóla cosa en la que se pueda confiar, deberíamos hacer un pozo y tirarnos a dormir mientras otro lo tapa con tierra.
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por ratio »

WolfAustral:
Bueno, con el razonamiento falaz de "Hay muchas familias disfuncionales entonces no se puede confiar en la familia como institución", yo también te puedo decir que...

... hay muchos medios de comunicación que enseñan mierda, entonces no podemos confiar en los medios de comunicación ...
Por supuesto. Yo no me fío de ningún medio de comunicación.
... hay muchos gobiernos que promueven el odio, entonces no podemos confiar en los gobiernos ...
Por supuesto. No creo que haya muchas almas cándidas, al menos en España, que se fíen de su Gobierno.
... hay muchos videojuegos que instan a la violencia, el sexismo y las malas costumbres, entonces no podemos jugar ningún videojuego ...
Eso no tiene sentido. Lo que hay que hacer es jugar a los videojuegos que no contengan violencia, sexismo, malas costumbres, etc.
... hay muchos foros en donde se escribe cualquier cosa (sólo hay que pegarle una ojeada a 4chan ), entonces no podemos confiar en los foros...
Entonces, no participes en los foros que se escriben cualquier cosa y elige los buenos foros. Así de fácil.
... hay sitios de internet donde se muestra porno con menores, se venden armas, droga... Entonces no podemos confiar por internet ...
Por supuesto que no hay que fiarse de Internet. Por algo está la madurez y la responsabilidad de cada uno para saber elegir los sitios adecuados.

En fin, que no me has convencido. Sigo diciendo que la familia no es el mejor lugar para educar. Habrá familias muy buenas, otras no tan buenas y otras malísimas.

Hoy en día, una buena educación ideal no es posible por las razones que he dado. Ni el colegio ni la familia son suficientes para otorgar esa buena educación, ya que ésta depende de toda la sociedad, y como la sociedad está corrompida, difícilmente se puede educar bien al cien por cien.

No hay sistema educativo lo suficiente bueno que pueda contrarrestar todo lo negativo de la sociedad.
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por WolfAustral »

Hoy en día, una buena educación ideal no es posible por las razones que he dado. Ni el colegio ni la familia son suficientes para otorgar esa buena educación, ya que ésta depende de toda la sociedad, y como la sociedad está corrompida, difícilmente se puede educar bien al cien por cien.

No hay sistema educativo lo suficiente bueno que pueda contrarrestar todo lo negativo de la sociedad.
Bueno, pero veamos.

¿Qué motiva a las empresas? Ganar dinero, para eso invierten dinero en primer término. La prioridad de una empresa SIEMPRE será obtener rentabilidad. Puede una productora de TV hacer programas educativos en lugar de tv basura, siempre que gane dinero, cuándo hacer las cosas bien entra en conflicto con ganar dinero la desición final será la rentabilidad.

¿Qué motiva al gobierno? No "en teoría", sino en la realidad... También el dinero, en forma de poder. Los gobiernos de todo el puto mundo están cargados de corrupción, por eso se ven marchas de protesta tanto en latinoamérica, como en medio oriente, incluso en el primer mundo, España, Grecia, recientemente Inglaterra...

Ahora, ¿qué motiva a la familia? O mejor dicho, ¿qué te motivaría a ti al formar una familia? No es el dinero, un niño hoy en día es cualquier cosa menos productivo. Aumenta el consumo, y baja la preoducción, es contraproducente para todo aquel que quiera aumentar su dinero.

"La supervivencia" dirán algunos, pero yo se que el ser humano va a subsistir por más que yo no me reproduzca, y en todo caso va a sobrevivir mejor si dejamos de reproducirnos en un numero tan alto.

Entonces sólo queda una razón por la cual dos personas deciden tener un hijo y armar una familia: llámalo amor, llámalo sentar cabeza, costumbre, lo que sea... Pero esa unión, a diferencia de una unión de accionistas que ponen dinero para una empresa, y a diferencia de una unión de militantes que crea un partido político para llegar al poder, no la mueve un interés económico/político.

Por eso, dentro de todos los males, y sea la familia buena, mala o regular, es el único lugar donde se puede concebir una educación en valores que no está atada al sistema capitalista.

Luego, cuándo salen de la familia, y van a la escuela, la escuela les va a enseñar deacuerdo a los planes de estudio que ha diseñado el Ministerio de Educación, que son funcionales a que los niños sean potenciales trabajadores del mañana, entonces puedan contribuir al Estado con impuestos, a las empresas con trabajo, y a si mismos con la ilusión de que esa vida es la única que pueden tener.

La familia es el único lugar*, dentro de los círculos sociales, donde uno (él o los jefes de familia) puertas adentro de su casa pueden dirigir como se les de la gana. Ésto puede ser bueno o malo.

*Obviamente también están los amigos que no responden a intereses económicos, pero si justamente estamos hablando de una pérdida general de valores en la actualidad, los amigos que también carecen de valores no serán de gran ayuda.

No estoy diciendo que sea un lugar óptimo ni perfecto, sólo que es el único lugar que podría ser independiente a los intereses económicos dominantes.
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

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Si yo estoy completamente de acuerdo con que la familia no tiene ningún interés económico y que es un lugar bastante bueno -en general- para otorgar una buena educación. Lo que yo te critico es eso:

Porque la familia es la única institución que se puede decir que no tiene ningún tipo de intereses más allá del niño. La escuela puede estar limitada por el estado, tanto ideologica como financieramente. De hecho lo está. Los medios, cómo mencionás, responden a intereses económicos. Entonces lo que queda en el fondo no es "el mundo de la calle", el único eslabón totalmente seguro, y que hay que afianzar es la familia. Luego de la familia, se pasa a la escuela (a una buena escuela), y de ahí al mundo.

Que la familia sea el eslabón totalmente seguro, eso no se lo cree ni Dios.

Y lo que yo digo otra vez es que ni la familia ni la escuela pueden garantizar una buena educación ante los desmanes que se producen en la actualidad.
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WolfAustral
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por WolfAustral »

ratio escribió:Y lo que yo digo otra vez es que ni la familia ni la escuela pueden garantizar una buena educación ante los desmanes que se producen en la actualidad.
¿Y entonces qué hacemos?
ratio
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por ratio »

WolfAustral escribió:
ratio escribió:Y lo que yo digo otra vez es que ni la familia ni la escuela pueden garantizar una buena educación ante los desmanes que se producen en la actualidad.
¿Y entonces qué hacemos?
Desgraciadamente no hay nada que hacer. Hoy en día se están dando unas situaciones completamente inéditas, que nunca antes habían ocurrido, con lo cual es completamente imprevisible adivinar sus consecuencias.

Personalmente soy muy pesimista. No le veo solución. Y es más, cada vez será peor, puesto que se forma un círculo vicioso: si cada vez, la población, es más vacía y carece de valores, los padres (que según tú podrían formar una buena familia) serán más disfuncionales repercutiendo directamente en la mala educación de los futuros ciudadanos.

En fin, muy negro lo veo.
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Cogito
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Re: El mundo de la calle (La falta de valores en la actualid

Mensaje por Cogito »

Nunca he entendido eso de "la falta de valores".

¿A qué valores se refiere? ¿A los tradicionales, no? El hedonismo, el individualismo y la ambición también pueden ser considerados valores.

Sería bueno plantearnos qué nos ofrecen unos, y qué ofrecen los otros. Y contemplar por qué unos son mejores que otros. Pero hacerlo con la mano en el corazón, sin miedos ni tradiciones, y sin el mensaje utópico que un día nuestra educación quiso inculcarnos. Y así muchos se sorprenderán al ver que no hay ni mejores ni peores.

Creedme, yo soy terriblemente feliz viendo cómo el hombre va inventándose, sea como sea. ¿Qué importa cómo sea, mientras no deje de inventarse? Lo que debe hacernos felices es descubrir que no hay normas, no hay fórmulas establecidas: nada, absolutamente nada, garantiza el éxito.

La nostalgia de quienes piensan que todo va a peor es el producto de un alma débil y enfermiza. Insisto: ¿A peor? ¿A mejor? El cambio es necesario, es vital y es motivador para quien ve en él una demostración de lo absurdo que es todo esto.
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