Como ya dije en su día, a
ManuelB (DEP), no se trata de que haya agentes externos o naturales o sociales que nos impongan un comportamiento o nos permitan hacer diferentes comportamientos.
Sino que igualmente se trata de que nosotros, como cualquier comportamiento espiritual, divino, consciente, mental, noúmeno, infuso, es parte de la Realidad, es parte de la relación de la Realidad.
Una Realidad sin relación o relaciones es un sinsentido, una irrelevancia, pues ninguna acción afecta a ninguna acción (no tiene sentido ni siquiera llamar acción o comportamiento a lo que no afecta, no se relaciona, no participa, no interacciona, no consiste con lo demás).
Nuestra participación como tal es parte de la Realidad (no somos Irrealidades); analizar una Realidad que no cuenta con nuestro comportamiento espiritual, psicológico, divino, infuso, mental, volitivo, del que somos participes, no es hacer un análisis de la Realidad, porque nosotros somos parte de la Realidad, y como tal todo análisis de la Realidad, tiene que tener en cuenta estos comportamientos como participes de la Realidad.
Si nuestras razones, intenciones, voliciones, decisiones, aptitudes, aptitudes, consciencias, conocimientos hacen un comportamiento necesario, tal que no puede ser otro, porque nosotros mismos hemos hecho que no pueda ser otro; no tiene sentido decir que ese comportamiento era una contingencia (que podía ser otro comportamiento o no ser necesario); y al revés si nosotros desde nuestra razones espirituales no hemos hecho necesario un comportamiento (tal que podría haber sido otro comportamiento), no tiene sentido decir que ese comportamiento era necesario.
El tema determinismo, nunca ha partido desde un materialismo, ni desde un naturalismo, ni desde un cientificismo; sino que ha partido precisamente desde un espiritualismo, en donde se pone de manifiesto los contrarios complementarios de omnisciencia e ignorancia; si no hay omnisciencia entonces ya se ignora algo, por lo tanto u omnisciencia o ignorancia; y de ahí su analogía a la necesidad (no puede ser de otra manera) o la contingencia (lo mismo que se produce, se podría haber producido de otra manera); y de ahí su analogía a determinismo o azar (ignorancia o indiferencia desde un punto de vista espiritualista,
consciencialista -emergente o divinidad-, psicológico, mental, conocimiento, reflexión, evaluación, intención, motivación, etcétera.
Si llamamos con las palabras libre albedrío a que un bebé ya puede decidir, pues vale. Pero no tiene sentido el relato de que el universo (nuestro mundo natural) es la decisión de un bebé, que desconoce las consecuencias de sus actos. Lo relevante del relato divino es decir que dios conoce en omnisciencia las consecuencias de sus actos, tal que sabe lo qué quiere, para qué lo quiere, porqué lo quiere -sin lugar a dudas, ni ignorancias (desconocimientos)- y sabe cómo proceder para que las consecuencias de sus actos produzcan sus intenciones, sin sorpresas, sin imprevistos, sin azares, tal que todo se desarrolle como tiene previsto en base a lo qué quiere como intención o motivación o razón o finalidad de la que no puede dudar o ignorar o no prever, tal que como digo no puede haber sorpresas, imprevistos, o azar.
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