Linuxuario pero no linuxista.
Diego Gómez escribió:Sí, claro que lo odias, le tienes una gran manía a la filosofía GNU/Linux.
Los programadores de GNU/Linux no colaboran por dinero, porque todo lo que hacen se puede conseguir sin pagar nada de dinero, que no es que tenga ningún precio. El precio es cualquier mejora personal que se haga entonces tiene que comerciarse en las mismas condiciones colaborativas, abiertas y libres en las cuales se consiguió el programa original. Eso no quiere decir que no haya comunidades que produzcan fundaciones para sostener unas mayores colaboraciones a los proyectos. El posible beneficio que hay en Linux es cobrar por ser gestores o administradores de sistemas.
Otra vez, sí es ominoso que no haya penalizaciones sobre los jueces cuando hay quienes entre ellos igualmente comenten negligencias, prevaricaciones, y delitos al actuar en sus profesiones. Expones inventos que expones que he expuesto, expones falacias contra las personas y además desde falacias de hombre de paja.Que inquina gratuita.
Lo que ahora está de moda es hacer sistemas linux estancos, es decir, que no se puedan manipular por el usuario, idea que me parece nefasta, pero que para muchos será muy útil porque facilita mucho el trabajo, la seguridad, la estabilidad del sistema. Lo de out de box (es algo ya de hace bastantes años).
Por otra parte el uso principal de GNU/Linux está en los servidores de internet (y universidades) que son gestionados por gestores o administradores de sistema que además de no pagar ningún dinero, saben que son muchos más estables, seguros, abiertos (mayor control de lo que pasa en el sistema) y por lo tanto son muy útiles como sistemas para servidores, como los servidores de internet (donde su cuota de uso es mayoritaria).
Si estas a gusto creyendo que soy un fanático de Linux pues quédate a gusto con tus creencias.
Criticas a GNU/Linux caben y muchas, demasiadas desfragmentaciones o demasiados proyectos similares (en vez de aunar esfuerzos para unos pocos), a veces hay problemas o fallos de legado, problemas de compatibilidades entre diferentes interfaces (sobre todo entre sistemas gráficos), no hay un desarrollo fuerte para poder instalar videojuegos (aunque esto está cambiando, pero sigue lento), entre otras.
Lo que he expuesto y repito es que en mi experiencia he tenido siempre muchos más problemas en sistemas Windows que en sistemas GNU/Linux, y esto es una objetividad.
Luego, como siempre digo, que cada cual se instale el sistema que mejor le convenga para sus propósitos, gustos, facilidades, utilidades, etcétera.
Se ve el plumero fácilmente a lo que expones.
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Hay exposiciones y pensamientos discursos del lenguaje que son incoherentes, y nunca saldrán de la incoherencia porque son incoherentes, lo que puede cambiar es que se cataloguen correctamente como incoherentes.
Empezaré por algo de lo que ya habrás oído hablar.
Sabes que soy de ultraderecha: un revolucionario de derechas.
Y algo habrás oído sobre lo que los ultras de derecha opinamos del divorcio: ¡estamos radicalmente en contra! Es una falsa solución, casi siempre, únicamente beneficiosa para alguien detestable al cuadrado: el abogado de divorcios; primero, detestable ya por ser abogado y, luego, detestable al cuadrado por ser abogado
de divorcios.
El divorcio en general, más allá del divorcio entre un hombre y una mujer casados, implica el cambio abrupto, complejo, traumático, de algo bastante asentado que tenía muchos puntos buenos. Esto como regla general. Es muy mal rollo, casi siempre, hacer tabla rasa de lo que ya se tenía. Es mejor cambiar lo que haya que cambiar, revolucionariamente cuando es preciso (echando a los mafiosos jueces, fiscales y abogados españoles de sus cargos, por ejemplo) y aprovechar lo que se puede aprovechar; por ejemplo que (al menos en teoría) los jueces y magistrados no obedecen consignas de partido al dictar sentencia. Y eso es bueno, eso debe continuar cuando los jueces y los fiscales sean, como debe ser, elegidos democráticamente de modo periódico por el pueblo español.
En este sentido, la larga duración de nuestro foro filosófico internético, Sofos Ágora, es fundamental para hacer filosofía y hacerla bien. Porque nos vamos conociendo. Por ejemplo, no me negarás mi amor a documentarme bien y mi aversión a los ataques personales e insultos. Como sé que eres de los pocos que, dignamente, exhiben sus nombres reales en vez de camuflarse bajo un seudónimo sin identificar. No me pienso divorciar de este foro; uno de sus mayores activos, para mí, es que tengo con él una unión de muchos años, consolidada y fiel.
Sabes pues muy bien, pues tonto no eres, que mi respuesta de hoy no va a ser un ataque personal, ya que eso no casa con mi forma de ser, con mi talante filosófico. Allá voy.
Este mensaje, por supuesto, está escrito con Linux. Y ya sabes que tengo tres instalaciones de Linux cuya configuración y cuya adaptación me he currado a fondo, portabilizando después estas tres instalaciones para poderlas usar en cualquier ordenador que no sea el mío habitual, y haciendo las imprescindibles copias de seguridad. Te repito que estas tres versiones de Linux que uso con frecuencia, y cómodamente, son
ArtistX,
LinuXP y
LinuxMint. Las tres versiones van en formato antiguo, de 32 bites. Y tengo mis razones para no utilizar versiones teóricamente más potentes de estas tres instalaciones, en el nuevo formato de 64 bites. Para empezar en este punto: es que mis instalaciones son portátiles y compartidas con Windows, de modo que la velocidad disminuiría (y también la compatibidad) en modo de 64 bites; además, mi uso de Linux se da exclusivamente en mi escritorio local fuera de línea, con descargas internéticas muy raras, de modo que en Linux necesito gran velocidad, ni mucho espacio de almacenamiento; otra razón para preferir versiones algo antiguas y en formato de 32 bites es evitar el
bloatware o presencia de programas innecesariamente largos y grandes consumidores de recursos, un problema no exclusivo de Windows sino también frecuente en Linux, por desgracia.
Te puedo pasar, y os puedo pasar a todos, descargas de estas tres versiones linuxeras portables que he confeccionado, por si las queréis usar.
Entonces, tu declaración de que claro que odio a Linux, si la tomamos literalmente... se cae por su propio peso. No insistirás en ella.
Lo que pasa es que haces una identificación, por desgracia muy frecuente entre devotos del pingüino como tú, entre
Linux como mero sistema operativo y el
linuxismo, la ideología o filosofía en torno al sistema operativo Linux.
Yo soy usuario de Linux, linuxuario o linuxero (Linux user, linuxuary, linuxer) pero de ningún modo
linuxista (linuxist) pues no comulgo con la filosofía, el linuxismo, que gastáis los linuxistas en vuestra epistemología, lógica, cultura y hasta metafísica o teología del Pingüino.
¿Odiar, por mi parte, a Linux propiamente dicho, a un mero sistema operativo? Eso sería tan estúpido como odiar... a los comandos, los programas, los menúes de selección, las versiones del sistema operativo, los modos de pantalla, las tipografías, los sonidos de aviso en el sistema, etcétera. Vamos, sería la actitud de un loco perdido. Y, oye: me parece que no estoy tan,
tan loco como para eso. Con un sistema operativo de ordenador, cualquiera medianamente cuerdo (y por tal me tengo) lo que hace es aprovecharlo en lo que tenga de válido. Y eso es lo que hago con Linux.
Lo cual no quita para reiterar que su instalación suele ser pesadísima, y que eso hay que cambiarlo a fondo en futuras versiones mejoradas del sistema operativo pingüinero.
En este sentido, los linuxistas me recordáis mucho a los esperantistas, para los cuales cualquier crítica a su amada lingua, aunque provenga de un fluido y veterano esperantófono como yo,
estas maldeca atako kontraŭ la tutmonda lingvo (es un ataque indecente contra la lengua universal). Pues mira: voy a seguir hablando en esperanto, voy a seguir escribiendo en esperanto, y voy a insistir en que las doce letras con acento gráfico del esperanto, o sea ĉĈ ĝĜ ĥĤ ĵĴ ŝŜ ŭŬ, son un gran disparate para toda lengua que pretenda ser una lengua planificada auxiliar universal de uso fácil. La fonética experimental demuestra que más allá de veinte o veintidós fonemas empiezan los problemas de confusión entre dos fonemas semejantes, como la confusión entre
pollo (cría de gallo, gallina o ave joven) y
poyo (taburete). Por eso, en una lengua universal, el alfabeto latino universal, o sea aA bV cC dD eE fF gG hH jJ kK lL mM nN oO pP qQ rR sS tT uU vV wW xX yY zZ, basta y sobra para lograr una ortografía perfectamente fonética, con una correspondencia exacta entre cada fonema específica y su letra específica. Lo que ocurre es que soy
esperantófono si bien no soy
esperantista. No comulgo con el
esperantismo.
No rechazo al esperanto, pero sí al esperantismo.
No rechazo a Linux, pero sí al linuxismo.
En este sentido, hay una curiosa convergencia entre Linux y el esperanto. Verás: la conocida y gran dificultad de escribir los doce signos fonéticos especiales del esperanto ha producido tantos quebraderos de cabeza a los programadores de Linux... que resulta frecuente, en los teclados de castellano, por ejemplo, que la distribución actual de Linux (en Ubuntu como caso típico frecuente) especifique, en un submenú,
el añadido de los signos especiales del esperanto. Cuando, en Linux, seleccionamos esta posibilidad, lo típico es que la letra específica del esperanto se genere con la tecla AltGr más la tecla básica correspondiente. Así, AltGr + c = ĉ, AlGr + U = Ŭ, etcétera. En Linux hay muchos otros procedimientos para escribir en esperanto; lo cual, como frecuente linuxero y como frecuente escritor en esperanto, suelo conocer.
Escribir en esperanto con Linux resulta claramente más fácil, al usuario medio, que hacerlo con Windows. Mi caso, el caso de un lingüista que manipula los teclados lógicos hasta fabricar un teclado universal para
todos los signos de los idiomas con alfabeto latino, incluidos el navajo y el vietnamita, es un caso muy raro, no esperable en Windows de un usuario medio. En Linux, sin embargo, no necesito estas manipulaciones para escribir fácilmente textos largos en esperanto. Su soporte nativo multilingüe es muy superior al de Windows.
¿Que Linux es superior a Windows, o a macOS (conozco y uso los tres sistemas operativos) en varios puntos importantes? Pues sí, claro: los arqueoindividualistas no mentimos, siempre decimos la verdad.
Y eso no quita para reconocer, insisto, en que el modo de instalar programas nuevos en Linux
es una gran chapuza. La solución, tecnocientíficamente, es muy sencilla y ya ha empezado a aplicarse: consiste en crear unos paquetes grandes instalables que incluyen todas las dependencias posibles, y esos paquetes descargados internéticamente, o recopilados en discos compactos, o almacenados en discos duros externos, etcétera, permitirán siempre, pues, la instalación sin conexión internética.
Esto implica, como apuntas, aunar esfuerzos para unos pocos proyectos de Linux con gran envergadura y versatilidad... y algo más, auténtico tabú para vosotros los rojos: ¡pagar bien a los informáticos que desarrollen esos pocos y sólidos proyectos de Linux en el escritorio!
Si los rojos pensáis que, por vuestras caras bonitas, los informáticos de Linux se van a deslomar en acabar los detalles... os equivocáis mucho, mucho. Hay que remunerarlos, y bien.
Como muestra, basta un botón. Y me refiero al botón de Grub.
Grub es un conocido menú de arranque que la mayoría de las grandes versiones de Linux para escritorio instala cuando hay sistemas operativos previos, generalmente Windows.
Grub funciona bien, no obstante es frecuente que, roñosamente, asigne no más de nueve, cinco o incluso sólo tres segundos para elegir el sistema operativo que se quiere arrancar. Eso, en caso de arranque lento, tardanza en la visualización, etcétera, puede causar que, cuando el menú se hace visible, ya no se pueda elegir con teclado el sistema operativo deseado para la sesión de trabajo... porque ya ha empezado a correr el sistema preseleccionado. ¿La solución? Evidentemente, aumentar el número de segundos asignado antes de que salte el sistema operativo preseleccionado. Pero Grub no es como BootMagic, un excelente programa para hacer lo mismo, de la época de Windows 98 y Windows XP. Boot Magic tiene un menú interno de configuración para adaptar sus parámetros gráficamente, con ratón y teclado. Grub, no. E intentar modificar Grub desde Linux acarrea muchos, muchos, problemas.
Así que he tirado por la calle de en medio. He abierto la partición de Linux desde Windows, con un programa que permite leer y escribir en Linux desde Windows, y con un editor de texto como Dios manda, en modo gráfico de teclado y ratón; así que, con función de deshacer para evitar desastres irreversibles, he editado el fichero
grub.cfg. Es un fichero de texto sin formato en el que puedo buscar expresiones con mi editor de textos, y la expresión que hay que modificar es la expresión
set timeout=, a la que sigue un número que expresa el tiempo de espera en segundos. Cambio, pues, de 9, 3 ó 5 segundos a 300 segundos; o sea, a cinco minutos. Con eso, incluso en caso de notable retardo del sistema, tengo tiempo de sobra para elegir Linux o Windows en el menú de arranque. No he usado la consola de Linux, de la cual abomino. Y el fichero que me he atrevido a modificar incluye, en su cabecera, la ominosa advertencia en inglés
DO NOT EDIT THIS FILE. O sea: que realizar esta operación no es para novatos en Linux. Mas, aquí, sabía qué hacía.
Todo este virtuosismo mío sería superfluo si Grub fuese un programa bien rematado al detalle, con menú gráfico interno de edición y modificación a golpe de teclado y ratón. Lo será
cuando se pague bien al informático que lo pula.
Por otra parte, reconozco que llevas mucha razón cuando dices que le tengo una gran manía a la filosofía GNU/Linux. ¡En efecto, se la tengo! Y se la tengo porque es irreal, porque no tiene en cuenta a la verdadera naturaleza humana; a la verdadera condición humana. Y esa filosofía, el linuxismo, aspira a que los desarrolladores de Linux lo hagan todo muy bien, muy detalladamente bien... por la cara, sin cobrar. Pues no, padre: lo harán muy bien el día en que estén tan bien pagados como la plantilla laboral de Microsoft o de Apple.
Por tanto: no al linuxismo y sí a Linux.
En este mensaje me he centrado en la cosa informática, sin entrar mucho en tus interesantes observaciones sobre la mafia judicial; son observaciones que merecen un mensaje aparte, de todos modos.
Cordialmente, de Alexandre Xavier Casanova Domingo, correo electrónico trigrupo @ yahoo . es (trigrupo arroba yahoo punto es). La imagen del avatar gráfico es una fotografía que me identifica realmente, no retocada, tomada en septiembre del año 2017.