La hipocresía moral.

[Meta-Barón]

Basándome en lo aprehendido hasta ahora: nuestra ética parte de un ideal universalista kantiano otorgado de justicia, dignidad y esperanza.

¿Pero quien se cree esto cuando si la facienda no tiene valencia? Trabajo honrado, nos enseñan. ¿Pero quien puede ser honrado si le pisan la dignidad? Aconsejan luchar: pero si luchas te quedas sin dignidad, esperanza, justicia y hacienda; pues te despiden.

Así que nacemos sin muchas esperanzas.

[Tachikomaia]

Digamos que hay que elegir entre una cosa u otra.

Dignidad en el sentido de poder comer, y demás, o dignidad de no tener que hacer cosas que no te gustan, no tener que soportar a tu jefe, y demás.

En cuanto a otras cosas que dijiste no sé qué decirte, me pareció enredado, además yo ando con poca capacidad de concentrarme, gracias a una perra, cuando no. No es metáfora, me refiero a una bestia que me ladró enojada o asustada o no sé qué, cuando fui a llevarle unas cosas a un familiar. Dignidad y justicia sería gritarles más fuerte de lo que gritan, tirarles agua o como dijo Cell un jamón envenenado, pero si lo haces creen eres loco o malo, así que... No sé ¿no ir más? Es muy complicado hacer lo ideal, o quienes pueden no lo hacen. Yo no soy un genio pero no debería vivir rodeado de gente tan distinta a mí. Puede que, de hecho, yo sea más tonto que otros, que podrían mudarse fácilmente si quisieran, pero yo al menos no tengo un perro rompiendo las pelotas.

[Meta-Barón]

Has comprendido mi dilema moral.
Yo me di cuenta de niño: si te pegan eres un marginado; si te defiendes te expulsan.

Y esto es aplicable a todos los sistemas morales. Dicen que "el ideal" o "el ejemplo" son los personajes que aparecen en la televisión que nos educan... pero no siempre es así. Hay unos que nacen con privilegios y otros que no (Es lo único que se me ocurre). No hay ojo por ojo, ni hay Derechos Humanos Universales: solo modelos de conducta. Nos dan a elegir, y es justos por pecadores.

Al final Cristo es como Gandhi (Pero de otro color) y a la que hace una ya quieren matarlo... nada tiene sentido, me hago viejo. Como estoy loco podría lanzar el jamón... pero no sabes lo caro que sale. A mi edad, pasados los 40 ya no estoy para dar hostias: es para jubilarse.

Un debate moral sin sentido pues ya nadie cree en la ética... y no se porque.

[Dr. Manhattan]

En la era post-verdad, la noción de verdad objetiva pasa a un segundo plano frente a la influencia de las emociones, creencias y poder en la configuración del discurso público. Los hechos y las pruebas son menos importantes que la persuasión y la manipulación, lo que a menudo implica la difusión de desinformación o la creación de narrativas que se alinean con intereses personales o políticos. Este entorno erosiona la confianza en las instituciones tradicionales como los medios, la academia e incluso la ciencia, porque se validan "verdades" competidoras basadas en sesgos, no en estándares compartidos de evidencia.

En este contexto, las palabras son mentiras porque el lenguaje ya no se usa principalmente para transmitir la verdad, sino para avanzar en una agenda. Las palabras se manipulan para moldear la percepción, y la distinción entre hecho y ficción se difumina. Esto hace que los debates sean inútiles, ya que ya no se trata de llegar a un entendimiento mutuo o consenso, sino de reforzar posiciones atrincheradas. Las personas participan en debates no para aprender o encontrar puntos en común, sino para "ganar" controlando la narrativa, a menudo apelando a emociones, miedo o identidad en lugar de lógica.

La diplomacia está muerta en tal era porque la diplomacia requiere un compromiso compartido con normas, honestidad y compromiso. En ausencia de una realidad compartida o de una base moral común, el diálogo genuino entre las partes es imposible. En lugar de una negociación basada en el entendimiento mutuo, las interacciones se convierten en luchas de poder, donde cada lado impone su versión de la realidad.

Finalmente, el único código moral que existe es el que imponen aquellos que ostentan el poder. En ausencia de marcos éticos acordados, la moralidad se vuelve relativista, determinada por quien puede hacer cumplir su versión de lo "correcto" y lo "incorrecto". El poder, no los principios, se convierte en el determinante de lo que se considera moral, ya sea a través de la coerción, la influencia o la manipulación.

En esencia, la era post-verdad fomenta un entorno donde el poder dicta la realidad, socavando los fundamentos del debate democrático, la diplomacia y la moral compartida.