O sea: la felicidad.
He abierto muchos hilos o temas, aquí en el foro internético Sofos Ágora, con la condición de que no se participe anónimamente, o sea que no se participe con seudónimo.
Y, sin embargo, este tema que es al mismo tiempo un clube regulado (con normas privadas de admisión) permite el uso de seudónimos a los participantes, sí.
Entonces, ¿por qué es un clube regulado?
Porque tiene una norma distintiva, exigible a todo posible participante.
La norma reza como sigue.
Participes con tu nombre real o con seudónimo, estés de acuerdo en que la felicidad es la cosa más importante de todas o pienses que hay cosas que se deben buscar antes que buscar la felicidad... argumenta a fondo. No mariposees. No seas superficial.
¿Cómo se puede controlar si el filósofo que entre en este hilo se toma muy en serio las cosas o, por el contrario, quiere divagar burlonamente, violando así la regla fundamental de este hilo? Es difícil de saber. Apelo a vuestra honradez, no a los enredos de los jueces, políticos, banqueros y recaudadores de impuestos.
Me mojaré ya en este mensaje inicial.
El camino de la felicidad no es adanista ni penelopista. Tiene una base antigua y sólida. Tampoco se confunde con la superficialidad (y la hipocresía) típica en las religiones históricas, los grupos políticos revolucionarios o la literatura de autoayuda y superación.
Por eso no es difícil aludir a él certeramente, en pocas palabras.
El camino a la felicidad es como perder todo el peso sobrante para una persona con un sobrepeso considerable, pero sin graves enfermedades metabólicas; o como aprender a fondo una lengua muy diferente a la lengua que una persona ha hablado toda la vida y sigue hablando.
Se trata, pues, de un aprendizaje a fondo que implica complejos cambios existenciales, metabólicos en el caso del obeso, lingüísticos para el hispanófono estudiante de guaraní (o de chino)... y también metafísicos y espirituales para el incansable buscador espiritual de la felicidad, para el verdadero bramín.
¿Por qué el obeso no patológico puede recuperar su esbeltez? Porque, para empezar, la conocía y un día la disfrutó. ¿Por qué alguien que no tiene idea de guaraní, o de chino, puede aprender cualquiera de estos dos idiomas, partiendo del castellano? Pues porque todos los idiomas, en realidad, son variaciones del mismo fenómeno lingüístico, de ahí que todos tengan vocales, palabras de acción (verbos) y, en el caso de que se escriban, signos con cierta lógica fonética. Por eso, quien ya habla una lengua tiene segura base para aprender otra muy diferente.
Lo mismo pasa en el fondo con la felicidad.
Un ya lejano día, el yo de cada quien fue plenamente feliz, sin oposición a su gloria. Por eso el alma recuerda ese grato día... y, recordándolo, tiende a volver ahí.
Todas las grandes tradiciones de iniciación esotérica, pues, nos dan el mismo mensaje básico, y el mismo método: asciende desde el miserable plano de la animalidad humana, burdamente material y densa, hasta la conciencia del yo absoluto, sin apegos ni reencarnaciones, sin dependencia de las tendencias animales. Medita en el Eterno hasta que te liberes por completo de este bajo mundo. Y ten en cuenta las circunstancias, mas para saltar sobre ellas en cuanto puedas, volando a tu verdadera patria, tu autoconciencia pura independiente. Ahí eres libre, todopoderoso, conocedor y feliz.