Caba escribió:Hola, @Alexandre Xavier.
Supongo que lo de la literalidad es debido a cómo me he referido a «las propias creencias personales de uno». En efecto, hay que leer en contexto.
Así que no, ni estoy "mandando a la porra" a ninguna ciencia, pero es que ni estoy postulando ningún dualismo en paralelo intocado mutuamente entre ciencia y religión.
Y no acabo de entender, ¿qué tiene que ver la vida del Jesús histórico, sea su concepción milagrosa un fraude o el producto de una mala traducción? Es como si me traes que el pecado original no existe, puesto que la menstruación es lo más natural del mundo.
¿Qué tiene que ver esto con la demostración o refutación desde la ciencia de la existencia del Dios abrahámico?
Te lo expreso de otro modo, la ciencia no niega de forma categórica, sino que se centra en lo que puede ser demostrado o sustentado con pruebas. Y es que el marco de funcionamiento de la ciencia son la falsabilidad y las pruebas empíricas: si algo se demuestra o se refuta, ya forma parte del ámbito de la lógica científica. En esta lógica científica, hay que proporcionar pruebas para sustentar una afirmación.
Por otro lado, la ciencia no está para «negar» todo cuanto se nos ocurra, puesto que sería una tarea interminable. De hecho, desde esta lógica científica no se puede «probar» la no existencia de algo. Y menos aún entidades que, en un principio, son, como el Dios abrahámico. Y es que no está en el ámbito científico validar o invalidar cuestiones que no le pertenecen, como mucho puede sugerir que no hay pruebas que respalden tal idea.
Así que empíricamente no se puede demostrar —es que ni se intenta— a Dios, sencillamente porque no disponemos de herramientas que puedan estudiar tal empresa. Quien lo intente es un tuerce botas en ciencias. Pero peor es querer probar la inexistencia.
Hola, Caba.
Comenzaré esta vez refutando una célebre tesis (que asumes) de los partidarios de poner en paralelo intocable mutuamente a la ciencia y a la religión. Esta tesis, aplicada clásicamente a la existencia de Dios, dice así.
Las inexistencias no pueden probarse.
¡Falso! Y, para demostrarlo, acudiré a dos ejemplos clásicos de hidrozoología, la ciencia que estudia a los animales acuáticos.
La hidrozoología se planteó durante siglos dos cuestiones distintas, aunque muy relacionadas: ¿existe el monstruo del lago Ness? ¿Existen los calamares gigantes? Son dos cuestiones
contingentes en la biosfera acuática, en vez de una cuestión
necesaria en la biosfera aérea, en la capa inferior de la atmósfera donde puede haber animales voladores. Porque ahí, en el cielo habitado por animales voladores, rige una ley física y metabólica empírica bien establecida, ley que dice lo siguiente.
No hay en el cielo animales voladores con más de veinte quilogramos de peso.
No los hay, y los que están el límite máximo, unos quince quilogramos, experimentan serios problemas para el aterrizaje y, sobre todo, el despegue. Porque la anatomofisiología de la vida existente en este planeta pone unos límites aerodinámicos infranqueables, salvo casos paranormales como el del monje san José de Cupertino, que se salen de la biología ordinaria. Dumbo, el elefante volador, sólo puede existir en las películas de dibujos animados y cosas así. De manera que ya solamente este caso, el caso de los animales voladores, refuta esa frase que te gusta y establece, en cambio, esta otra frase científica demostrada.
Las inexistencias pueden probarse.
¿Puede haber aves voladoras con veinte quilogramos de peso? Es muy improbable, pero no del todo imposible. Tales animales, que serían con seguridad ejemplares grandes de especies ya existentes, como la avutarda, harían grandes esfuerzos por levantar el vuelo, y utilizando pequeños barrancos o desniveles podrían encontrar el equilibrio dinámico ascendente para iniciar el vuelo, contando con un viento favorable. Podrían volar en tales casos. En cambio, si hablamos de animales voladores con el peso de grandes aves adultas no voladoras, caso típico de un avestruz macho con incluso ciento cincuenta quilogramos de peso máximo... eso es ya totalmente imposible según las leyes naturales de la biosfera.
Volvamos ahora a la cuestión de la existencia o inexistencia no
necesaria sino
contingente sobre estos dos clásicos de la criptozoología: el monstruo del lago Ness y el calamar gigante. La existencia de alguno de estos monstruos acuáticos no es incompatible con ninguna ley de la biohidrosfera. Determinar si alguno de ellos existe es cuestión de investigación zoológica concreta.
En cuanto al calamar gigante, había pruebas indirectas recurrentes, en los relatos hechos por marineros y pescadores. Faltaban indicios materiales directos, empero, mas la talasología, en el siglo XX, empezó a encontrar cadáveres bien conservados de estos grandes bichos marinos. Los marineros y pescadores no mentían ni se equivocaban, pues, aunque todavía estaba por determinar si lo encontrado correspondía a cadáveres o fósiles bien conservados de una especie ya extinta. Y, a finales del siglo XX, el mítico
kraken, el calamar gigante, fue observado vivo en las costas cantábricas y otras zonas marítimas.
El calamar gigante existe.
¿Y el monstruo del lago Ness? Parece que no; maticemos esto, sin embargo.
En los lagos de Escocia y zonas cercanas de las Islas Británicas la intercomunicación acuática es frecuente en estas tierras tan bajas, entre los propios lagos y entre los lagos y el mar. Por eso el monstruo del lago Ness, de existir, puede ser de origen fluvial, lacustre o marítimo.
Ahora bien, la cuestión no se queda en interés científico. Hay un interés turístico y económico tan elevado en torno al tema que incluso el gobierno escocés ha sacado una ley preventiva que declara a
Nessie, como cariñosamente lo llaman los escoceses, especie protegida que no se puede matar ni pescar. Porque si el animal aparece, va a ser una mina de oro para el turismo escocés, así que hay que conservarlo vivito y coleando para los turistas mirones que lo fotografiarán una y otra vez.
Y por eso la hidrobiología actual concluye una negación... relativa de la existencia de Nessie (pronunciación: Nesi).
O sea: el interés económico en torno al tema es tan grande que, a lo largo de los años, ha financiado un rastreo exhaustivo del lago Ness, en busca de Nessie.
¿Se ha encontrado algo? Sí, se han encontrado animales filiformes nadadores de poco tamaño y mediano tamaño en el lago Ness. Estos animales presentan un escaso interés económico turístico. Como mínimo, se necesitaría un bicho largo como un delfín grande, y de cuello vistosamente alargado cual jirafa.
No hay nada parecido. Ni fósiles. Y en los lagos escoceses cercanos, tampoco. Y en la cercana costa escocesa, tampoco.
El monstruo del Lago Ness es, muy probablemente, una exageración procedente de la observación por viajeros, marineros y pescadores, en la zona, de animales parecidos al postulado
pero mucho más pequeños. Concretamente, a veces grandes esturiones o tiburones boreales pasan por esas aguas. No pueden quedarse allí permanentemente alimentándose y procreando, por insuficiencia de recursos alimentarios en el lago Ness. Aunque sí pueden haber sido observados, incluso borrosamente fotografiados, por avistadores de la zona. De todo lo cual concluimos lo siguiente sobre Nessie.
No existe el monstruo del lago Ness como gran animal acuático que viva permanentemente en las aguas de ese lago escocés.
Las inexistencias, oh Caba,
sí que pueden probarse científicamente.
Y me dirás: ya, Alexandre, pero es que con la existencia de Dios no tratamos de criptozoología, sino de metafísica, donde las cosas son completamente diferentes.
Matizaré, para empezar, que en esta discusión siempre me refiero expresamente al
Dios oficial judeocristianoislámico. Porque los libros del canon bíblico, incluyendo el Corán como libro bíblico muy tardío, se pueden interpretar de modos distintos; y es clásica la existencia de grupos judíos, cristianos o musulmanes que, en vez de la creación desde la nada, dicen que hay una creación dentro de la potencia de Dios; dicen que la creación es una manifestación de una realidad potencial ya presente en Dios, y que Dios posteriormente decidió convertir en acto, desde sí mismo. Es la teoría metafísica de la
creación manifestativa, próxima a la teoría del
surgimiento del mundo por emanación desde Dios. Y no estoy negando aquí al Dios de esos hebreos, nazaríes o islámicos algo heterodoxos. Me limito aquí a analizar, y negar, la existencia de ese Dios al que con mucha precisión he aludido.
Ojo, pues:
no niego en principio que exista de algún modo el Dios abrahámico.
Lo que aquí niego, insisto, es solamente la existencia del Dios oficial judeocristianoislámico.
El ejemplo que he puesto sobre la existencia de Jesús es pertinente porque afecta al cristianismo y al mahometismo (aunque no al judaísmo ortodoxo). Si Jesús no hubiera existido históricamente, estas dos religiones quedarían automáticamente invalidadas. El nexo entre religión y verdad histórica existe sólidamente, pues.
La ciencia y la religión no son desvinculables por completo.
Y el fraude sobre el Espíritu Santo embarazando a la virgen María, del futuro bebé Jesús, sin cópula sexual de José u otro hombre, daña seriamente a los católicos, los testigos de Jehová y otros grupos cristianos que admiten esta patraña. Porque, bien lo sabes,
la mentira tiene las patas muy cortas.
Por eso ponen cara de póquer ante la gente nada hostil, nada anticristiana pero tampoco dispuesta a comulgar con ruedas de molino, que los inquiere sobre el espinoso tema. El mahometismo ortodoxo (suní) también admite la virginidad de María al concebir a Jesús, mas como dato secundario heredado del Nuevo Testamento cristiano e incorporado al Corán y la Suna (tradición) sin considerar de ningún modo apóstata o hereje al musulmán que niega esto, lo pone en cuestión o lo interpreta de modo simbólico en vez de biológico material. No es un tema central para la fe musulmana.
Es cierto que esta superchería sobre la concepción y el nacimiento de Jesucristo no es propiamente un asunto metafísico. Pero aquí la he tratado extensamente para hacer hincapié, machaconamente, en que la verdad fáctica importa, y mucho, en temas religiosos. O metafísicos.
Así que, más allá de quién fue el padre biológico o suprabiológico de Jesucristo, entraré a saco en la cuestión metafísica sobre la que me inquieres.
¿Existe el Dios abrahámico según la versión oficial mayoritaria de la corriente bíblica judeocristianoislámica en religión y teología?
Pues no. Y no necesito argumentar largamente. Porque Rudolf Carnap ya lo ha hecho por mí, en lo esencial.
El conocido filósofo, epistemólogo y metafísico alemán expone, para empezar, algo bien conocido: que el Dios oficial judeocristianoislámico tiene ciertas propiedades empíricas presentadas sin duda en los grandes textos fundacionales de las religiones judeocristianoislámicas y en las interpretaciones teológicas oficiales mayoritarias de estas corrientes religiosas.
Y entonces Rudolf Carnap confronta las descripciones de los hechos y las propiedades que se atribuyen a tal Dios con lo realmente observado y experimentado. De lo cual se deduce sin dudas una conclusión:
estos hechos son falsos, no han ocurrido ni se observan en la realidad empírica.
Por lo cual saca una conclusión que expondré a continuación, teniendo en cuenta que Rudolf Carnap simpatizaba con el esperanto y lo empleaba.
La judokristislamista Dio, laŭ sia oficiala priskribo, ne ekzistas.
O sea, en castellano de Valladolid, lo siguiente.
El Dios judeocristianoislámico, según su descripción oficial, no existe.
¡Es que no hace falta continuar con la investigación, una vez que los hechos primarios inherentes a la descripción del asunto investigado han sido completamente refutados al intentar su comprobación empírica!
Luego, sí, el Dios oficial judeocristianoislámico tiene o puede tener otras propiedades de difícil o imposible observación. Pero el caso es que
también tiene propiedades alegadas comprobables científicamente. Y tales supuestas propiedades han sido rechazadas por la investigación científica. O sea, que
ese Dios no existe.
Y eso no implica negar forzosamente al Dios abrahámico. Implica, eso sí, que, en caso de que exista, su naturaleza será diferente a la del Dios oficial judeocristianoislámico.
¿De verdad no entiendes, oh Caba, que el
Dios abrahámico es un concepto formalmente diferente (y cronológicamente anterior) al concepto del
Dios oficial judeocristianoislámico, de modo que el rechazo del segundo concepto no implica automáticamente rechazar al primer concepto?
Ya sé que entender la diferencia no está al alcance de cualquier caletre. Mas sí que está al alcance de
tu caletre, ¿no?
Cordialmente, de Alexandre Xavier Casanova Domingo, correo electrónico trigrupo @ yahoo . es (trigrupo arroba yahoo punto es). La imagen del avatar gráfico es una fotografía que me identifica realmente, no retocada, tomada en septiembre del año 2017.