¿Qué es la culpa?
¿Qué es la culpa?
El libre albedrío es un concepto vacío que no tiene sentido puesto que no puede escapar de la tautología a la hora de definirlo. Ni siquiera los diccionarios se ponen de acuerdo en su definición, y ni siquiera las propias personas que intervienen en un debate sobre él pueden definirlo de forma concreta y concisa. Se pretende que el libre albedrío consista en la capacidad de obrar o de no obrar por propia voluntad, pero el concepto “voluntad” incurre, otra vez, en una tautología al pretender implicar la libertad de acción.
El único concepto válido para libertad es “la ausencia de obstáculos que impidan llevar a cabo nuestros gustos, deseos o preferencias”. Pero el libre albedrío va mucho más allá de la mera libertad o ausencia de obstáculos para realizar nuestros deseos, sino que implica algo imposible: la culpabilidad. Y es que la culpabilidad es otro de esos conceptos indefinibles y del que cualquier intento de definirlo incurre también en una tautología. Culpabilidad significa que alguien es culpable, y ser culpable significa que alguien tiene la culpa de haber cometido una mala acción. Pero debemos preguntar, otra vez, en qué cosiste “tener la culpa”, y de ahí no salimos. Los juristas utilizan otro concepto que quizás nos ayude a entender la culpabilidad: la reprochabilidad. Aun así, dicho término tampoco puede definirse claramente. Por mi parte, lo definiría como la justificación para poder descalificar, insultar, agredir, en definitiva, para justificar nuestro odio, ira o venganza a partir de la cual, a su vez, se justifica el castigo.
Según el Diccionario Usual del Poder Judicial, se define reprochabilidad como “Carácter antijurídico de una acción que posibilita sancionar penalmente al autor por no haber actuado de otra manera, cuando tenía la posibilidad de hacerlo.” Ni siquiera los juristas pueden ofrecer una definición clara. Esa misma definición sigue incurriendo en alguna que otra gratuidad, tal como es la afirmación de que el autor podría haber actuado de otra manera. ¿Cómo saben los juristas que un individuo podría haber actuado de otra manera? Por otro lado, se dice que tal hecho “permite sancionar penalmente” al autor. Pero, ¿qué es lo que “permite” sancionar o castigar? Se supone que lo que permite sancionarlo es el hecho de ser culpable, con lo cual, volvemos al inicio.
Es incalculable la cantidad de malabarismos jurídicos y filosóficos que se escrutan entre los propios juristas y filósofos de derecho penal sobre ese tema. Es imposible llegar a un acuerdo por el hecho de que el origen de los conceptos “culpabilidad”, “reprochabilidad” o “castigo” son producto de los sentimientos viscerales, y no de un proceso racional.
All final, la culpa es un concepto forjado a partir de los múltiples sentimientos heredados de la evolución. Son todos los sentimientos que se encuadran dentro de la agresividad necesaria para defender las crías, las hembras, el territorio o los alimentos. En el ser humano, dichos sentimientos, se han sofisticado más, llegando a desembocar en venganza, sadismo o crueldad, sentimientos que difícilmente se encuentran en los animales.
El hombre, con todos esos sentimientos viscerales, necesita culpables para poder satisfacer sus ganas de reprochar, castigar, en definitiva, de satisfacer el odio, la ira, la rabia, incluso poder justificar la venganza. Pero, no es menos cierto que, a lo largo de la historia, toda esa agresividad ha servido para amedrentar la conducta no deseada de los otros, y eso es lo que se convirtió en el “castigo”. Si el hecho de agredir, sea verbalmente o físicamente, a alguien servía para disuadirlo en un futuro de cometer un acto no deseado por la sociedad, esa agresión se practicaba con la doble finalidad de satisfacer los sentimientos agresivos, por una parte, y la evitación de la repetición de los actos delictivos, por otra. No existe la culpa, por tanto, tal como la conocemos, sino que existe como justificación para reprochar la mala conducta pero desde esos sentimientos morbosos que satisfacen las pasiones más bajas en el ser humano. Pero también es cierto, que el concepto “culpabilidad” se hace necesario a la hora de aplicar los castigos que impone la ley. Necesitamos una terminología jurídica que utilice ese concepto aunque sólo exista teóricamente.
Toda esa argumentación prescinde por completo de otro hecho que, por sí mismo, elimina la culpabilidad, tal como es el determinismo. Pero, como la existencia de causas detrás de cada acción humana es, por ahora, imposible demostrarlo, me he permitido buscar otra vía de razonamiento para desmantelar tanto el concepto de libre albedrío como el de culpabilidad. De hecho, no se necesita que el determinismo sea cierto para eliminar el libre albedrío y la culpabilidad, tal como he demostrado, puesto que ambos son conceptos tautológicos que no se pueden definir con precisión, por lo que no tienen un contenido semántico claro y preciso, sino que resultan ser verdaderas “pseudoideas” o “paraideas”.
La necesidad de defender la sociedad de la delincuencia en general, a través de los sistemas jurídicos y penales, es la única justificación para el castigo. Y, además, dicha justificación prescinde tanto del libre albedrío como de la culpabilidad, puesto que tanto si el hombre es libre como si no, y tanto si es culpable como si no, no podemos dejar de castigar a los delincuentes e infractores de la ley como mecanismo de defensa social. El libre albedrío no justifica el castigo, sino que se funda en una falsa idea heredada de tiempos pasados pero que se hace necesaria para aplicar la “justicia divina” y sus correspondientes castigos más allá de la muerte. Sin el libre albedrío, el cristianismo, y cualquier religión basada en el castigo, queda hecha añicos. No obstante, insisto en que tanto con libre albedrío, como sin él, ningún castigo divino puede tener razón de ser si no tiene como finalidad la defensa de la sociedad, pero como el castigo divino se aplica más allá de la muerte, queda fuera de dicha finalidad de defensa, por lo que se convierte en una verdadera aberración al constituir un acto de crueldad inútil y, por tanto, perverso.
El único concepto válido para libertad es “la ausencia de obstáculos que impidan llevar a cabo nuestros gustos, deseos o preferencias”. Pero el libre albedrío va mucho más allá de la mera libertad o ausencia de obstáculos para realizar nuestros deseos, sino que implica algo imposible: la culpabilidad. Y es que la culpabilidad es otro de esos conceptos indefinibles y del que cualquier intento de definirlo incurre también en una tautología. Culpabilidad significa que alguien es culpable, y ser culpable significa que alguien tiene la culpa de haber cometido una mala acción. Pero debemos preguntar, otra vez, en qué cosiste “tener la culpa”, y de ahí no salimos. Los juristas utilizan otro concepto que quizás nos ayude a entender la culpabilidad: la reprochabilidad. Aun así, dicho término tampoco puede definirse claramente. Por mi parte, lo definiría como la justificación para poder descalificar, insultar, agredir, en definitiva, para justificar nuestro odio, ira o venganza a partir de la cual, a su vez, se justifica el castigo.
Según el Diccionario Usual del Poder Judicial, se define reprochabilidad como “Carácter antijurídico de una acción que posibilita sancionar penalmente al autor por no haber actuado de otra manera, cuando tenía la posibilidad de hacerlo.” Ni siquiera los juristas pueden ofrecer una definición clara. Esa misma definición sigue incurriendo en alguna que otra gratuidad, tal como es la afirmación de que el autor podría haber actuado de otra manera. ¿Cómo saben los juristas que un individuo podría haber actuado de otra manera? Por otro lado, se dice que tal hecho “permite sancionar penalmente” al autor. Pero, ¿qué es lo que “permite” sancionar o castigar? Se supone que lo que permite sancionarlo es el hecho de ser culpable, con lo cual, volvemos al inicio.
Es incalculable la cantidad de malabarismos jurídicos y filosóficos que se escrutan entre los propios juristas y filósofos de derecho penal sobre ese tema. Es imposible llegar a un acuerdo por el hecho de que el origen de los conceptos “culpabilidad”, “reprochabilidad” o “castigo” son producto de los sentimientos viscerales, y no de un proceso racional.
All final, la culpa es un concepto forjado a partir de los múltiples sentimientos heredados de la evolución. Son todos los sentimientos que se encuadran dentro de la agresividad necesaria para defender las crías, las hembras, el territorio o los alimentos. En el ser humano, dichos sentimientos, se han sofisticado más, llegando a desembocar en venganza, sadismo o crueldad, sentimientos que difícilmente se encuentran en los animales.
El hombre, con todos esos sentimientos viscerales, necesita culpables para poder satisfacer sus ganas de reprochar, castigar, en definitiva, de satisfacer el odio, la ira, la rabia, incluso poder justificar la venganza. Pero, no es menos cierto que, a lo largo de la historia, toda esa agresividad ha servido para amedrentar la conducta no deseada de los otros, y eso es lo que se convirtió en el “castigo”. Si el hecho de agredir, sea verbalmente o físicamente, a alguien servía para disuadirlo en un futuro de cometer un acto no deseado por la sociedad, esa agresión se practicaba con la doble finalidad de satisfacer los sentimientos agresivos, por una parte, y la evitación de la repetición de los actos delictivos, por otra. No existe la culpa, por tanto, tal como la conocemos, sino que existe como justificación para reprochar la mala conducta pero desde esos sentimientos morbosos que satisfacen las pasiones más bajas en el ser humano. Pero también es cierto, que el concepto “culpabilidad” se hace necesario a la hora de aplicar los castigos que impone la ley. Necesitamos una terminología jurídica que utilice ese concepto aunque sólo exista teóricamente.
Toda esa argumentación prescinde por completo de otro hecho que, por sí mismo, elimina la culpabilidad, tal como es el determinismo. Pero, como la existencia de causas detrás de cada acción humana es, por ahora, imposible demostrarlo, me he permitido buscar otra vía de razonamiento para desmantelar tanto el concepto de libre albedrío como el de culpabilidad. De hecho, no se necesita que el determinismo sea cierto para eliminar el libre albedrío y la culpabilidad, tal como he demostrado, puesto que ambos son conceptos tautológicos que no se pueden definir con precisión, por lo que no tienen un contenido semántico claro y preciso, sino que resultan ser verdaderas “pseudoideas” o “paraideas”.
La necesidad de defender la sociedad de la delincuencia en general, a través de los sistemas jurídicos y penales, es la única justificación para el castigo. Y, además, dicha justificación prescinde tanto del libre albedrío como de la culpabilidad, puesto que tanto si el hombre es libre como si no, y tanto si es culpable como si no, no podemos dejar de castigar a los delincuentes e infractores de la ley como mecanismo de defensa social. El libre albedrío no justifica el castigo, sino que se funda en una falsa idea heredada de tiempos pasados pero que se hace necesaria para aplicar la “justicia divina” y sus correspondientes castigos más allá de la muerte. Sin el libre albedrío, el cristianismo, y cualquier religión basada en el castigo, queda hecha añicos. No obstante, insisto en que tanto con libre albedrío, como sin él, ningún castigo divino puede tener razón de ser si no tiene como finalidad la defensa de la sociedad, pero como el castigo divino se aplica más allá de la muerte, queda fuera de dicha finalidad de defensa, por lo que se convierte en una verdadera aberración al constituir un acto de crueldad inútil y, por tanto, perverso.
Última edición por xasto el 13 Ago 2025, 18:21, editado 1 vez en total.
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Re: ¿Qués la culpa?
En mi caso practico bastante la ética, soy educado en humanidades y alguna ciencia... juego muy bien al futbol. No es un problema de culpa, sino de dignidad... Tomate un antidepresivo y súbete a las nubes con Quirón, veras el mundo de otro modo.
El libre albedrio es como una danza de la sinapsis... O comes o te comen.
¿Por qué comen de entrada?
Autoestima.
-Llaman a esto esperpento- Yo lo llamaría Bizarro, Grotesco, Horroroso, Mortal... Zimprozac tiene razón aun y que yo (o quien sea) se la quite. El alma tripartita ya denota una escatología que perdí y regresa a mi, como un cuento nunca narrado que merece mi atención solo por ser un tardío atardecer otoñal... no precoz.
Hay una angustia en la nada, un vacío, un horror vacuo. Hay un horror en la muerte, hay hedor a pescado podrido, hay escatología fantástica distópica: definitivamente finalista (No infinita). Un abismo ante los ojos.
El cielo de Urano es retorcido, esta suciedad impregna mi cogito Empedocleo.
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¿Por qué comen de entrada?
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-Llaman a esto esperpento- Yo lo llamaría Bizarro, Grotesco, Horroroso, Mortal... Zimprozac tiene razón aun y que yo (o quien sea) se la quite. El alma tripartita ya denota una escatología que perdí y regresa a mi, como un cuento nunca narrado que merece mi atención solo por ser un tardío atardecer otoñal... no precoz.
Hay una angustia en la nada, un vacío, un horror vacuo. Hay un horror en la muerte, hay hedor a pescado podrido, hay escatología fantástica distópica: definitivamente finalista (No infinita). Un abismo ante los ojos.
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Re: ¿Qués la culpa?
Esto es un mero problema lingüístico que no conceptual:
Yo no diría que cae en tautología. Diría que caen peticiones de principio; sobre palabras sin significado.
Una tautología es que 2+2=4; que nos llevaría a la lógica de Peano. Todo juicio analítico parte de una tautología. Lo que pasa es a veces la redundancia significativa es trivialidad que no aporta nada nuevo. Pero otra veces lo que hacemos es tomar la tautología para darle un significante pequeño, y entonces aumentar el desarrollo racional. Lo explico.
1+1+1+1=4; es más cómodo entonces decir 4+4=8, que no decir, (1+1+1+1)+(1+1+1+1)=8; y así podemos desarrollar todas las matemáticas por ejemplo, que parten de tautologías que se encierran en signos o significantes más pequeños que llaman a toda una serie de procesos racionales que nos permiten explotar tautologías más grandes, y ampliar igualdades, ecuaciones o funciones.
Diferente es la petición de principio sin significado. O que su significado una vez analizado, como es el caso de todo el campo semántico de la voluntad (intención, libertad, decisión, reflexión, razonamiento, consciencia, autoconsciencia, etcétera) acaben siempre en que todo comportamiento o es necesario (determinismo) o es contingente (azar limitado, probabilidad) o es caótico (sinsentido, sin racionalidad, sin relaciones). Y que en las peticiones de principio no se consiga concebir un concepto que sin caer en contradicciones vaya más allá de este argumento o razonamiento.
Yo no diría que cae en tautología. Diría que caen peticiones de principio; sobre palabras sin significado.
Una tautología es que 2+2=4; que nos llevaría a la lógica de Peano. Todo juicio analítico parte de una tautología. Lo que pasa es a veces la redundancia significativa es trivialidad que no aporta nada nuevo. Pero otra veces lo que hacemos es tomar la tautología para darle un significante pequeño, y entonces aumentar el desarrollo racional. Lo explico.
1+1+1+1=4; es más cómodo entonces decir 4+4=8, que no decir, (1+1+1+1)+(1+1+1+1)=8; y así podemos desarrollar todas las matemáticas por ejemplo, que parten de tautologías que se encierran en signos o significantes más pequeños que llaman a toda una serie de procesos racionales que nos permiten explotar tautologías más grandes, y ampliar igualdades, ecuaciones o funciones.
Diferente es la petición de principio sin significado. O que su significado una vez analizado, como es el caso de todo el campo semántico de la voluntad (intención, libertad, decisión, reflexión, razonamiento, consciencia, autoconsciencia, etcétera) acaben siempre en que todo comportamiento o es necesario (determinismo) o es contingente (azar limitado, probabilidad) o es caótico (sinsentido, sin racionalidad, sin relaciones). Y que en las peticiones de principio no se consiga concebir un concepto que sin caer en contradicciones vaya más allá de este argumento o razonamiento.
Hay exposiciones, pensamientos, discursos del lenguaje que son incoherentes, lo que puede cambiar es que se cataloguen correctamente como incoherentes.
https://dosyogoro.wordpress.com/2024/03 ... itucional/
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Re: ¿Qués la culpa?
Muy bien explicado Xasto. Un tema tan importante en filosofía, no en conversaciones de bar, que a algunos les cuesta entender.
"La mente, una vez iluminada, no puede volver a oscurecerse." (Thomas Paine)
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Re: ¿Qués la culpa?
Dosyogoro2 escribió: ↑12 Ago 2025, 15:57 Esto es un mero problema lingüístico que no conceptual:
Yo no diría que cae en tautología. Diría que caen peticiones de principio; sobre palabras sin significado.
La tautología y la petición de principio, en según que contexto, pueden ser lo mismo. De todos modos, aquí, si es o no es una tautología, no es el tema ni tiene ninguna relevancia. Lo que importa es demostrar la absurdidad de la definición que hace aguas por todas partes.
Vista creada con IA
El libre albedrío se define como la capacidad de elegir y tomar decisiones propias, sin estar completamente determinado por factores externos o causas previas. Es la creencia en la libertad de la voluntad humana para actuar según sus propios deseos y elecciones.
Voluntad:
Aquí vemos cómo las dos definiciones vienen a decir lo mismo, por lo que las considero, en cierta manera, tautológicas.La voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta, implicando la capacidad de elegir y actuar de acuerdo con una intención o propósito. Es la fuerza interna que impulsa a una persona a realizar acciones, incluso aquellas que requieren esfuerzo o superación de obstáculos.
Lo lo expreso así en la primera página de mi ensayo: "Determinismo y libertad":
La controversia que suscita la cuestión del determinismo, viene justificada por la complejidad de los elementos que intervienen en ella, destacando entre ellos, el problema semántico y conceptual de los vocablos que lo protagonizan tales como "libertad" "libre albedrío" "voluntad" o "responsabilidad moral". La sociedad se acomoda a menudo a los conceptos transmitidos tradicionalmente y de forma consuetudinaria transformándolos en definiciones dogmáticas que, a falta de requerimientos que los cuestionen, arraigan profundamente dificultando, en consecuencia, la comprensión de problemas filosóficos en los que se requiere, antes de profundizar en ellos, la aclaración de los conceptos que intervienen en dichos problemas.
Así sucede, que de la existencia de libre albedrío en el ser humano, nadie pone en duda la consiguiente derivación de responsabilidad moral y, de ésta, el correspondiente castigo. La propia definición que de libertad nos ofrece el diccionario: "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, o de no obrar, por lo que es responsable de sus actos" ya da por hecho tal circunstancia, más no he hallado en ningún lugar la más mínima explicación filosófica que justifique tal deducción. ¿Acaso la necesita? Se preguntarán algunos. La filosofía trata de preguntar el por qué de las cosas hasta las últimas consecuencias, por lo que -aplicando este espíritu inquisidor debo responder afirmativamente a dicha pregunta, ya que inferir responsabilidad moral de la libertad es un hecho consuetudinario y no fruto de una deliberación racional después de la cual se haya llegado a dicha conclusión.
No es menos gratuita la afirmación de que el ser humano actúa sin la presencia ' de causas que determinen su conducta, dando lugar a otra definición de libertad: "Facultad de la voluntad que permite elegir entre varias motivaciones sin estar determinado por ellas". Tal afirmación viene dada por la creencia ancestral de que podemos obrar de forma diferente a como lo hicimos en un principio en virtud de otra característica -no menos polémica- como es la voluntad que, a su vez, se define como
"facultad de decidir y ordenar la propia conducta", "elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue" dando a entender que los conceptos libertad y voluntad incurren en un problema de tinte tautológico al no poderse definir el uno sin el otro significando ambos lo mismo.
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Re: ¿Qué es la culpa?
Para saber que es la culpa, analiza un problema y su solución, contestando varias veces a la siguiente pregunta: ¿De dónde a dónde según cuánto? Cuando cambies la causa que provocaba el problema, para solucionar el problema, entonces esa causa tenía la culpa.
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Re: ¿Qué es la culpa?
El tema sigue siendo meramente lingüístico, en el concepto o concepción lo que exponemos está de acuerdo.
Sí, pero yo no diría que el problema sea por la tautología, sino por la petición de principio no definida o no conceptuada.
Al final, el problema del ignóstico (ignosticismo) sobre libre albedrío, siempre hay un uso de palabras que no acaban de dar un concepto o consistir más allá de las mismas palabras (que la palabras no son conceptos, los significantes no son significados).
Porque por ejemplo las matemáticas son en el fondo siempre tautologías 2=1+1, igualdades, ecuaciones. Sólo que esas tautologías nos permite llegar a expresiones o significantes que reúnen o resumen muchos procesos tautológicos que acaban siendo proceso tautológicos complejos, pero que siempre tienen un significado o concepto o concepción.
Considero que lo que llamas tautologías se deberían llamar peticiones de principio sin definir o concebir o conceptuar. Fíjate que sobre conceptos lo que exponemos está totalmente de acuerdo, es sólo un tema de como usar las palabras (que perfectamente pueden ser cambiadas y no pasa nada; es decir, si llamamos tautología a lo que llamo petición de principio sin definir, pues entonces asunto arreglado, esto es porque esto no es más que un mero debate o problema sobre lingüística, y no sobre conceptos; sobre significantes, y no significados).
Sí, pero yo no diría que el problema sea por la tautología, sino por la petición de principio no definida o no conceptuada.
Al final, el problema del ignóstico (ignosticismo) sobre libre albedrío, siempre hay un uso de palabras que no acaban de dar un concepto o consistir más allá de las mismas palabras (que la palabras no son conceptos, los significantes no son significados).
Porque por ejemplo las matemáticas son en el fondo siempre tautologías 2=1+1, igualdades, ecuaciones. Sólo que esas tautologías nos permite llegar a expresiones o significantes que reúnen o resumen muchos procesos tautológicos que acaban siendo proceso tautológicos complejos, pero que siempre tienen un significado o concepto o concepción.
Considero que lo que llamas tautologías se deberían llamar peticiones de principio sin definir o concebir o conceptuar. Fíjate que sobre conceptos lo que exponemos está totalmente de acuerdo, es sólo un tema de como usar las palabras (que perfectamente pueden ser cambiadas y no pasa nada; es decir, si llamamos tautología a lo que llamo petición de principio sin definir, pues entonces asunto arreglado, esto es porque esto no es más que un mero debate o problema sobre lingüística, y no sobre conceptos; sobre significantes, y no significados).
Hay exposiciones, pensamientos, discursos del lenguaje que son incoherentes, lo que puede cambiar es que se cataloguen correctamente como incoherentes.
https://dosyogoro.wordpress.com/2024/03 ... itucional/
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Re: ¿Qué es la culpa?
Creo que ni tú mismo te entiendes.eltelegramon escribió: ↑16 Ago 2025, 00:12 Para saber que es la culpa, analiza un problema y su solución, contestando varias veces a la siguiente pregunta: ¿De dónde a dónde según cuánto? Cuando cambies la causa que provocaba el problema, para solucionar el problema, entonces esa causa tenía la culpa.

