Diego Gómez escribió:Si una distribución se deja es como intentar instalar en
Windows XP que cada vez es más difícil por estar obsoleta.
Te recomiendo esto a ver si te funciona.
https://es.libreoffice.org/descarga/appimage/
Si lo tienes 32 bits no te va a funcionar.
Si buscas dificultades las encontrarás. Y tus experiencias personales son sólo eso. Como has expuesto, si buscas conducir contra sentido no digas que conducir es difícil.
Hay exposiciones y pensamientos discursos del lenguaje que son incoherentes, y nunca saldrán de la incoherencia porque son incoherentes, lo que puede cambiar es que se cataloguen correctamente como incoherentes.
Más allá de Linux hacia la felicidad.
Saludos de nuevo, Diego Gómez.
Mi mensaje de hoy, más que quedarse en la informática, irá a los temas filosóficos clásicos, sobre todo la felicidad. Empezaré por lo más técnico informático y luego iré a un tono más propiamente filosófico, engarzando los nexos sugerentes. Este mensaje encaja muy bien en el hilo
¿Qué ha sido de los disquetes?, así que también lo enviaré allí.
Naturalmente, este mensaje está escrito con
OpenArtist, la versión de Linux para artistas cuyas dificultades de instalación y configuración te he comentado, pidiéndote ayuda.
He ido a la página internética que citas, y he intentado otras formas de instalar LibreOffice en OpenArtist. No he conseguido nada. Sé utilizar la terminal, el modo gráfico, el programa teóricamente autoejecutable... ¿Qué ocurre? Que OpenArtist se encuentra en un estado intermedio entre una versión
beta y una versión plenamente acabada, con numerosas pegas o
bugs. Y entre esas pegas se encuentra... que no funciona la conexión internética. Por eso no podía instalar LibreOffice 3, la versión recomendada. De todas maneras, la versión 3.3 tampoco funciona, y mira que he intentado instalarla una y otra vez. La versión 3.0 no se puede descargar, y por tanto tampoco se puede instalar. A pesar de que OpenArtist es, según insisten sus creadores, una versión a 64 bites; aunque a juzgar por su rendimiento y su compatibilidad con entornos de trabajo antiguos parece un híbrido más bien, entre 64 bites y 32 bites.
Y hurgar en un sistema operativo con mucho de versión beta... es arriesgarse, aquí, a instalar un OpenOffice que se quede colgado y me haga perder mis preciosos datos.
Así que me he decidido por un procedimiento tosco pero seguro, y que no modifica el sistema operativo.
OpenArtist tiene un procesador de textos con formato,
AbiWord, que, a pesar de su menú explícito, no permite la grabación automática desatendida periódica. Y tiene también un editor de textos sin formato,
gedit, que sí permite la grabación automática desatendida periódica.
Si voy a escribir textos muy cortos, como la descripción por nombre, fecha, tamaño y características formales identificativas de un cuadro que haya pintado en OpenArtist, con formato (o sin formato) me serviría AbiWord. Pero, para textos largos con formato, lo que hago es escribir en gedit las marcas de formato, como
cursiva,
negrita y
subrayado, con expresiones de texto sin formato, que luego puedo convertir con AbiWord (o con otros conversores más potentes y rápidos) ya en una sesión de Windows. Todo este mensaje está escrito con gedit en OpenArtist, y ya veis que tiene marcas de formato.
Aquí, Dosyogoro, empezarán para ti algunas vueltas de tuerca.
La primera: me preguntarás: hombre, ¿para qué gastas un Linux con
kernel (núcleo) de Ubuntu 12.04 en vez de actualizarte a una versión mucho más moderna de Ubuntu?
Pues para evitar, de entrada, el
bloatware, palabra que podemos traducir como
cibergigantismo o
infogigantismo. Linux padece desde hace mucho este mal, a pesar de que tú y otros linuxistas os ufanáis de que Linux da libertad para usar el sistema o la aplicación que se prefiera, y también os ufanáis de que Linux no obliga a actualizarse.
Y no busco dificultades sino facilidades: soluciones.
Mira: distribuciones de Linux como ArtistX y OpenArt permiten usar, en un entorno poco exigente en recursos, incluso bajo 32 bites, una ingente cantidad de programas y recursos para el pintor, dibujante, cartelista, grabador, escultor, etcétera. Todo eso en unos discos compactos instalables bajo el principio de
out of the box, expresión que podemos traducir como
paquete de programas autoinstalables sin conexión internética simultánea o, simplemente, como
discos compactos autoinstables o bien alguna expresión similar.
Ubuntu tiene versiones más modernas, obligatoriamente bajo 64 bites, que teóricamente son también autoinstalables sin conexión internética y con una abultada colección de programas para el artista gráfico. Mas, luego, esas versiones tienen
menos programas para artistas gráficos que ArtistX u OpenArtist, y con un consumo de recursos que ralentiza el ordenador innecesariamente, reduciendo su vida útil y encareciendo el consumo de electricidad, aparatos y otros recursos.
Así que aquí entra otra vuelta de tuerca que nos acerca a un tema más interesante, más filosófico:
si quieres ser feliz como me dices, no compliques, muchacho, no compliques.
Mi experiencia no es
sólo mi experiencia. Lo subjetivo, debidamente valorado, acerca a la verdad objetiva. De hecho mi escuela filosófica, el arqueoindividualismo, tiene como sinónimo un nombre que la filósofa rusoestadounidense Ayn Rand barajó y desechó para el objetivismo, su propia y nueva escuela de filosofía. Ese sinónimo de arqueoindividualismo es, pues,
existencialismo objetivo.
Mira: los numerosos foros linuxeros sacan con frecuencia a oportunistas de los sistemas operativos, como yo, que señalan la dificultad de instalación en Linux sobre la dificultad de instalación en Windows (o en macOS) y a veces son devotos del pingüino con muchos años de práctica ritual.
¿Que OpenArtist no conecta internéticamente, como no conectan muchas otras versiones de Linux? No, padre: no conecta. No lo logra, a pesar de que su motor de actuación lo intenta.
¿Que cambiar la combinación de colores en gedit es farragoso, con necesidad de cálculo algebraico, sin carácter intuitivo inmediato y, así, chocando completamente con lo fácil que era y es hacer todo esto en WordPerfect ya antes, incluso, de que existiese el sistema operativo Windows? También, padre Pingüino de todos los linuxeros que ante ti oran.
En general, nuestro mundo está lleno de complicación excesiva. Los linuxistas violáis la ley. Y no es que os acuse, como a los mafiosos jueces, abogados y fiscales, de violar la ley penal que ellos mismos dicen defender y ejemplificar. No: mi acusación es bien distinta y pronto sabréis los linuxistas a cuál ley me refiero, que no es una ley penal.
Como detesto a los picapleitos, me inspiro en ellos para hacer el bien: hacer el bien empieza por comportarse de manera opuesta a la de los canallescos jueces o abogados. Son, de rebote, grandes maestros de ética.
Así que no voy a enredar en mi argumentación. Daré otra vuelta de tuerca, directa y al grano, sin emborronar.
El caso es que, al buscar una versión de OpenOffice para instalarla en ArtistX, me topo con una imagen ISO descargable que, sea quemando un disco compacto físico con ella, sea abriendo la imagen con un visor y analizador para imágenes de tipo ISO, me ofrece la versión 4.13. Su imagen ISO contiene todos los ficheros instalables necesarios para Windows, para macOS o para Linux.
¿Podemos, pues, instalar OpenOffice 4.13 fácilmente en Linux mediante este fichero? Es dudoso: tiene que coincidir que el instalador por gestor gráfico a golpe de teclado y ratón (o bien por líneas de mandatos en la terminal linuxera) funcione, que la versión de Linux que utilicemos no sea incompatible con OpenOffice 4.13 por ser demasiado antigua o demasiado reciente, que el Linux que utilicemos no sufra una pega (bug) en este punto, etcétera. Quizás se logre en pocos segundos, pero no está garantizado.
¿Y en Windows? Pues sí que está chupado. En
Windows XP, ya lo instalemos como sistema operativo físico o como sistema operativo virtual, vamos a la imagen ISO, picamos con el ratón en el fichero ejecutable para Windows, luego a
Seguir, Seguir, Seguir... y listo. Lo mismo en Windows 7, 8, 10 u 11.
Además, no hace falta instalar este programa en Windows para que funcione. Porque podemos utilizar la versión portable de OpenOffice 4.13,
que existe para Windows mas no para Linux y usarla inmediatamente en Windows XP, Windows 7, Windows 8, Windows 10 o Windows 11.
Anda: dime ahora, si te atreves, que instalar OpenOffice 4.13 es más fácil en Linux que en Windows, y que mis experiencias en este punto no demuestran nada...
Los hechos reales, para alguien sin tu marcadísimo sesgo cognitivo a favor de Linux, muestran que este sistema operativo sigue teniendo un desempeño problemático en el escritorio de ordenador personal. Y hay análisis, legibles por cualquiera mediante descarga internética gratuita, que confirman esto. No son análisis de una casuística individual, sino análisis estadísticos, causales y racionales con fiabilidad.
Y es que, al final, los fieles del Pingüino informático violáis la ley. La
ley del vago o
ley del mínimo esfuerzo. Por eso vuestro sistema operativo no acaba de entrar en el escritorio. Por eso, al contrario, los creadores de WordPerfect ganaron un monton de plata con este procesador de textos (que se pirateaba profusamente en la versión 5.1, o en la versión 6) ya en la era del Micro Soft Disk Operating System, MS-DOS. Y, al revés, los creadores de gedit no ganan esa plata. Ni los creadores de AbiWord. Señalemos que, ya desde los tiempos de WordPerfect 5.1, este procesador de textos con formato grababa perfectamente de modo automático periódico y desatendido, sólo con marcar y ajustar esa posibilidad en el menú de acciones programadas. WordPerfect tuvo también una versión legalmente gratuita en Linux, que he usado ocasionalmente, mas que era limitada por cuestiones de maquinaria física, y que ya no me hace falta en Linux. Se acaba antes utilizado WordPerfect en un emulador bajo Linux, o (mejor) directamente en Windows.
Lo de la gratuidad contraviene de nuevo uno de los dogmas o mandamientos linuxistas escritos en la piel del Pingüino; iba casi a decir en la piel del Cordero cristiano. Y ese mandamiento dice
Trabajarás gratis, por toda la eternidad, en tus programas y versiones en favor de la comunidad de Linux.
Y eso es irreal. Los programadores no hacen obras de gran calidad a largo plazo sin sacar nada de plata. Por eso la empresa Corel sigue sacando y vendiendo versiones de WordPerfect en Windows, con lo que gana plata, y no en Linux, que nada de plata le da.
Ahora llega la enésima vuelca de tuerca, pero muy diferente a las anteriores, y de tipo más directamente filosófico.
Cuando estaba con estos ajustes linuxeros, el disco duro externo de seguridad que suelo usar ha empezado a fallar... así que, rápidamente, he llevado directo ese disco al servicio técnico donde me conocen desde hace años. Probablemente todo se quedará en un susto... económico, no en una verdadera
datástrofe o catástrofe de datos. Sé prever estas cosas.
Sin embargo, persiste la precariedad en el funcionamiento de estos dispositivos cruciales para almacenar información. Como mucho, se puede sospechar que, cuando el dispositivo, tras varios años de uso, va más lento, los cabezales de lectura y escritura han empezado a desgastarse, como he sospechado poco antes de la datástrofe.
Nuestro aparentemente brillante sueño tecnológico de un mundo en progreso y alegría... sigue siendo un ídolo con pies de barro.
Y eso tiene una repercusión linuxera, por chusca que resulte. Verás: en ese disco duro estropeado, y que habrá que tirar y reemplazar tras recuperar sus datos, tenía también el disco compacto instalable (una imagen ISO) del Linux que suelo usar, o sea LinuXP. Y si la buscas en interné... el enlace para descarga está caído hace muchos años. Habría que ir a Italia, rebuscar una dirección para enviar un mensaje electrónico o por papel pidiendo ayuda o intentar otra acción rocambolesca...
... si no fuese porque, en estos datos críticos, aplico el principio de
seguridad militar. O sea: como mínimo tres copias de los datos críticos. De modo que fui a la segunda copia de LinuXP en otro disco, y problema resuelto.
En realidad, de los miles de versiones linuxeras que hay, no me vale ni el uno por mil. Y entre las poquísimas que me valen, hay tres, LinuXP, ArtistX y OpenArtist, cuyos enlaces ya están caídos, aunque reaparezcan sus discos compactos instalables en nuevos repositorios montados por nostálgicos entusiastas. Y eso durante el tiempo que duren tales repositorios. Naturalmente, los militares, que tuvieron mucho que ver en la aparición de interné, ya conocían y aplicaban este principio de seguridad en los datos críticos... principio que aplico a rajatabla para estas tres versiones de Linux que tanto me interesan y que tanto uso. No me voy a fiar de que duren esos repositorios. Tengo sus discos compactos de instalación, y las versiones ya instaladas, en múltiples dispositivos de almacenamiento independientes entre sí.
En contraste: poco antes de esta datástrofe, he impreso un diccionario bilingüe de vascuence y castellano. Eso no tiene problema legal, porque es un típico material didáctico gratuito publicado por el gobierno autonómico (regional) vasco de España. Ahora bien, obtener una copia en papel (si todavía queda alguna a la venta) es caro y complicado. Lo cómodo, rápido y barato es imprimir y encuadernar, en casa, una copia en papel. Y así lo he hecho. Con varios programas he editado y modificado el fichero PDF, añadiéndole unas notas útiles, dejando bien legibles los números de página y, sobre todo, preparándolo para que la impresión se hiciese en cuatro páginas por hoja a la horizontal (dos páginas paralelas de texto dividiendo a lo largo cada página física a la horizontal) de modo que, juntando en un solo bloque todas esas páginas impresas por las dos caras de cada página, bastase doblar ese bloque por la mitad para obtener el libro. En cuanto a la encuadernación, bastaba añadir unas grapas a ese único pliego. Lo cual implicó que yo mismo fabricase grapas gruesas y largas con cable de acero, tenazas y martillo, pues las grapas convencionales eran demasiado pequeñas. Perforando, pues, las páginas, metí y doblé las grapas. Di un poco de color a la ilustración de la portada, puse un título a lápiz en el lomo y barnicé ese título, igual que barnicé la ilustración coloreada. Al poco quedó todo seco, doblé de nuevo el libro encuadernado en un solo pliego, y quedó listo para su uso. Ahora, destaquemos unas cuantas cosas.
El libro es ligero, pequeño y resistente. Salvo, claro, actos de vandalismo o casos de grave accidente, durará muchísimos años. Como mucho, se puede manchar o romper la portada, mas en ese caso tras la portada hay repetición de la portada y páginas en blanco, o sea que
todo el texto seguirá siendo legible. Y, como está encuadernado en un solo pliego (unas ciento cincuenta páginas impresas en unas cuarenta hojas de papel) sin pegamento, esas páginas no se van a desprender de las recias grapas de acero, ni se va a separ un pliego de otro. Es un poco forzado utilizar un solo pliego para tantas páginas; ahora que, en contrapartida, la comodidad, la duración, la ligereza y la solidez del libro quedan garantizadas.
Desde el tiempo que ha pasado tras encuadernar este diccionario bilingüe de vascuence a castellano y castellano a vascuence, muchos discos duros en el mundo se han estropeado y otros muchos se estropearán antes de que se estropee este libro. ¿Por qué? Aparte de por la solidez de este libro, porque este libro no contiene ningún componente electrónico, y su tinta (de impresora barata por chorro de tinta) no se borrará rápidamente. Los componentes electrónicos se degradan en unos años, no así la tinta impresa en el papel. La moderna tecnología de la información, pues, sigue sin superar a la clásica tecnología del libro impreso en papel. Es cierto, no lo escondo, que sigo usando, además, la versión electrónica de este diccionario para leerlo en pantalla. Y las anotaciones que haga a mano en mi ejemplar de papel las puedo incorporar fácilmente al libro electrónico en formato PDF que consulto en la pantalla del ordenador; también, inversamente, puedo anotar ese libro electrónico e incorporar fácilmente esas anotaciones a mi ejemplar en papel.
Reconozcamos, así, la validez de lo antiguo y clásico debidamente investigado y comprobado. No cambiemos por cambiar, ni hagamos tabla rasa del pasado, pues hay mucho que aprovechar de él; incluso, o especialmente, para hacer en serio una revolución que nos libere de los tiranos. Sobre la tecnología electrónica de la información, digo que necesitamos todavía que presente unas formas
baratas y duraderas.
En cuanto a OpenArtist, versión de Linux que he empezado a usar más recientemente, estoy puliendo esta versión desde el punto de vista visual y estético para hacerla cómoda y funcional, sin tocar las tripas del sistema; eso es arriesgado y no lo necesito para pintar, dibujar, hacer carteles o escribir con este sistema operativo. Cierto es que OpenArtist está totalmente en inglés, a pesar de lo que prometía expresamente su menú de instalación; pero cierto es también que soy un traductor profesional y ese idioma no me resulta un problema.
En este punto mi relato se hace más filosófico, menos pegado ya a lo informático. En tu cita que presento, preconizas acertadamente
conducir por el sentido lógico del carril y no en sentido contrario. Lo que, en filosofía oriental, toda la vida se ha conocido como
seguir al Tao. Y sabes que soy orientalista.
Sigamos pues al Tao. En un sistema socioeconómico trufado de capitalismo degenerado, ¿va a funcionar siempre la calidad sin incentivos económicos? No, padre. Por eso, para que en Linux cese la excesiva dispersión descoordinada de esfuerzos, para que no haya tantos proyectos valiosos discontinuados, para que se pulan al detalle las aplicaciones... hay que pagar a los desarrolladores. Evidentemente, sin mecanismos mafiosos y contraproducentes como las patentes y los derechos exclusivos de copia. Ahora bien, ya aceptado esto, hay que pagar a esos esforzados informáticos. En Linux y en otros proyectos de
software con código abierto, o de
hardware con código abierto.
Digo bien claro que, como comunista que soy, aspiro a la abolición del trabajo asalariado y del dinero. Ahora bien, hay que actuar aquí y ahora dentro de lo posible, sin quedarse en un infame capitalismo mafioso y monopolista, tan lejos de Dios y tan cerca, ay, del juez, del banquero, del político profesional y del recaudador de impuestos. Para apedrear definitivamente a estos cuatro jinetes del Apocalipis político y existencial, hay que tener en cuenta cómo funcionan las cosas. Así, como predijo Borges, llegará un día en que los pueblos merecerán no tener gobiernos.
Iré más lejos. ¿Para qué me he tomado tanto trabajo en aprender y usar Linux? Pues para acercarme a esas ideas clásicas de verdad, bondad y belleza que desde Platón (y mucho antes) son la base sólida hasta la auténtica felicidad permanente. Veamos.
El mundo ordinario de los hombres tiene cierto grado de realidad... mas no es la realidad última, ni mucho menos. Densas sombras de ignorancia pasiva y activa oscurecen el entendimiento en este plano tomado por Satanás y su legión negra de abogados.
Lo esencial es meditar en torno al Supremo. Dios no es un juez, claro que no. Sólo faltaría que, después de aguantar a los corruptísimos jueces empíricos del nivel humano, tuviéramos que aguantar también a un juez metafísico y eterno tan criminal como estos jueces empíricos, o más todavía.
Dios no es un juez.
Dios es el fondo más profundo de tu propio yo.
Y si no os va lo religioso, en vez de llamarlo
Dios llamadlo
la Humanidad emancipada o, como es clásico en metafísica esotérica,
el nivel supremo de la realidad. Si sois sinceros, ya sabéis a qué apunto, y sabéis que eso a lo que apunto no es una farsa, sino una arcana realidad.
Lo mejor para no mariposear inútilmente, como hacen en este foro un tal Meta-Barón y otros bajo seudónimo, es ir a un grave problema real, que no es un seudoproblema ni una trivialidad. Así me entenderéis.
En el Mediterráneo, especialmente cuando hace buen tiempo para navegar, se ahogan continuamente pringados y desheredados que, desde África y el Medio Oriente, intentan llegar al
paraísoeuropeo.
¿Podemos poner fin a este horror? Claro que podemos, pero eso implica no fantasear. Implica ir a lo que, de verdad, son la naturaleza humana y la condición humana.
El hombre, para empezar, es un animal, sometido como todos los animales y demás seres vivos de este planeta a la ley de Malthus y demas constreñimientos demográficos. Ninguna especie puede pulular indefinidamente en su nicho ecológico propio, porque se le acabarían los recursos. Ni el conejo, ni el pino, ni la diatomea... ni el cromañón.
Si pensamos que con el comunismo o el anarquismo, en vez del capitalismo, acabaremos con el problema, nos equivocamos de medio a medio. La superpoblación es un problema biológico previo a las izquierdas, a las derechas y a cualquier ideologia filosófica, política o religiosa.
¿Podemos tener un mundo de abundancia para todos? Sí, padre, mas a condición de que no seamos siete mil millones de seres humanos, sino muchísimos menos, en torno a unos pocos millones y ni siquiera decenas de millones. O sea, hacia unos diez millones como mucho en todo el mundo, como tiene el mamífero no humano más numeroso del mundo: la foca cangrejera, de talla y carácter omnívoro como el cromañón. A partir de ahí podemos avanzar en espiritualidad, planos espirituales superiores, felicidad y nirvana para todos, pero si no partimos de solucionar el problema demográfico, será verdad la vieja acusación contra nosotros los orientalistas o especialistas en filosofía oriental de que
nos miramos engreídamente el ombligo mientras cantamos en sánscrito y levitamos en pos del nirvana para unos pocos acaudalados y bien calentitos.
¿Que no estás de acuerdo, Diego Gómez, con mi radical propuesta de reducción demográfica y de caída en la tasa de natalidad? Pues argumenta, y da tu contrapropuesta. Eso es mucho mejor que meter esteticismo nebuloso y flotante como hace bajo seudónimo Meta-Barón.
Aquí termino mi mensaje de hoy. Algunos diréis que su segunda parte poco o nada tiene que ver con Linux. Y os respondo de antemano que lo mejor de Linux apunta a una razonable simplicidad, así en el mundo informático como en otros aspectos de la vida. Y, para no ahogarnos en complicación (y en competencia, y en la inevitable violencia sistemática acarreada por la competencia sistemática) necesitamos sencillez en lo material y en lo espiritual. Eso es un camino realista hacia la felicidad, quiero decir empezando por tal sencillez voluntaria, anticonsumista.
Supongo que no me acusaréis de ser un gurú farsante. ¿O tengo pinta de hipócrita en mis relatos y análisis? En fin, espero vuestras respuestas cortésmente, aunque sean para ponerme de vuelta y media.
Cordialmente, de Alexandre Xavier Casanova Domingo, correo electrónico trigrupo @ yahoo . es (trigrupo arroba yahoo punto es). La imagen del avatar gráfico es una fotografía que me identifica realmente, no retocada, tomada en septiembre del año 2017.