Diego Gómez escribió:Yo no he dicho tal cosa.
He dicho que luego vas diciendo que no se debe abortar bajo penas legales.
Lo del control de natalidad es una ya vieja idea propuesta desde la izquierda, precisamente para mantener un ecosistema sostenible con la vida humana.
Ahora bien, pasar de 7.500 millones a la cifra que propones es una barbaridad, un sinsentido. Pero claro que hay que controlar la natalidad, pero si eso lo compaginamos con la libertad, entonces hay que buscar soluciones naturales o reales al problema, manteniendo los derechos y libertades.
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Hay exposiciones y pensamientos discursos del lenguaje que son incoherentes, y nunca saldrán de la incoherencia porque son incoherentes, lo que puede cambiar es que se cataloguen correctamente como incoherentes.
El problema de fondo está en las continuas evasivas que los rojos, los izquierdistas, habéis puesto históricamente (y seguís poniendo) ante los grandes asuntos conflictivos. No se puede hacer una tortilla sin antes cascar los huevos; o sea, políticamente, no se puede hacer una buena revolución sin perjudicar los intereses ilícitos de los abusones; quienes, lógicamente, se opondrán en todo momento a tal revolución.
Frente a eso, los revolucionarios de derechas, y con ellos los arqueoindividualistas en el plano más específicamente filosófico, rompemos con esta ambigüedad estéril y nos pronunciamos con propuestas que serán rechazadas, aceptadas o modificadas, según el clásico método científico. La ciencia no se construye con ambigüedades e hipocresías que significan lo mismo una cosa que la contraria. Por eso el Derecho es una seudociencia, ya que por un lado afirma que todos somos iguales ante la ley, pero por otro lado afirma (aunque sea por vía más jurisprudencial que formalmente legislativa) que la palabra acusatoria de un policía vale más que la de un acusado que no es policía, así que la declaración de un policía contra un acusado que no lo es basta para condenar al acusado y tenerlo un montón de años en la cárcel. El Derecho, pues, no puede ser aceptado en la ciencia, ni en la revolución política liberadora. Lo que se puede aceptar es el
juro, que no es el Derecho aunque a menudo coincida con él. Por ejemplo, en el juro sí que se lleva a rajatabla la igualdad ante la ley; y de ahí que, en el juro, la declaración acusatoria de los agentes de la autoridad no es en sí misma una prueba válida para condenar; para que valga como base condenatoria tiene que estar apoyada por pruebas externas a tal declaración acusatoria.
Empezaré, según este espíritu, con unos análisis preliminares sobre Linux y sobre el aborto, pasando pronto al problema de fondo, o sea la superpoblación.
Linux como sistema operativo de escritorio tiene ya mucha historia detrás. No me referiré aquí a los muchos otros usos de Linux, como por ejemplo su masivo y exitoso uso como sistema operativo interno preinstalado en los teléfonos móviles o celulares. En la actualidad, aproximadamente se usa en un tres por ciento de los ordenadores personales, con ligera tendencia a aumentar su uso en los ordenadores personales.
Los análisis objetivos, imparciales y neutrales sobre Linux en el escritorio existen; y son análisis que resisten al contraanálisis; sobre intereses económicos claros del propio analista, por ejemplo.
Así que aquí entra un hecho importante que, por mucho que te moleste, oh Diego Gómez, es objetivo además de subjetivo:
la instalación de programas sin conexión internética directa es mucho más difícil en Linux que en Windows o en macOS. Y, como usuario de los tres sistemas operativos, tengo experiencia directa de ello.
Las razones fundamentales de ello se conocen ya: en primer lugar, un diseño pensado para la elite dotada con conexión internética permanente de alta velocidad; en segundo lugar, la dispersión de versiones o distribuciones en Linux, que implica una muy condicionada compatibilidad del programa que instalar con la versión y la época del sistema Linux en que se quiera instalar ese programa; y en tercer lugar la frecuente ausencia de una interfaz cómoda para el usuario final, a la hora de instalar un programa sin conexión internética directa.
Todo esto salta a la vista con un conocido y muy utilizado programa de pintura y retoque fotográfico originario de Linux:
Gimp. Es mucho más fácil instalar fuera de línea (sin conexión internética directa) Gimp en Windows, como programa
portado (adaptado, traducido)... que en su versión original de Linux. Hay muchísimos casos en que la instalación de Gimp fuera de línea en Linux es directamente imposible. No me invento nada de esto, y en los propios foros linuxistas los devotos del pingüino reconocéis dificultades serias de este tipo.
Ya que la queja permanente no es mi estilo, he buscado versiones de Linux
out of the box para solucionar el problema. Realmente, sólo he encontrado una media docena de versiones que tengan todo incluido en el disco de instalación, fundamentalmente OpenArtist, Ultimate Edition, Full Monty y ArtistX; en mi caso, la versión mejor de todas éstas es ArtistX, concretamente la edición ArtistX 1.5.
Eso sí, le faltaba un paquete ofimático importante: LibreOffice. Y, como fallaba la conexión internética, he tenido que instalarlo fuera de línea. En este caso, el procedimiento está mucho más facilitado que con Gimp. Incluso así, he tenido que ejecutar tres o cuatro operaciones para expansión de ficheros comprimidos y he debido escribir largas operaciones lógicas o algebraicas en la famosa terminal de Linux. En Windows, el proceso para instalar LibreOffice es... pinchar con el ratón en el fichero de instalación, dar con el raton al recuadro que pone
siguiente, y listo.
No me vas a poder decir que procedimientos como FlatPak solucionan el problema en un periquete, porque muchas versiones de Linux no admiten esas soluciones automatizadas o semiautomatizadas para la instalación de programas sin conexión internética directa.
Bueno: como decía, lo mío no es lamentarme sin buscar soluciones razonables, así que tras instalar LibreOffice 4.1 en ArtistX 1.5, he acondicionado todo el sistema Linux y me he puesto a trabajar con él.
Hay, por tanto, condiciones materiales objetivas que no son una fantasía privada, y que ayudan a calibrar el grado de verdad existente en la percepción individual, como ya nos explicó Carlitos Marx.
Concretamente, es cierto que ArtistX 1.5 tiene cierta inestabilidad, aunque se reduce mucho aprendiendo a usar sus menúes propios (un poco diferentes a lo habitual en Linux). Ahora bien, esa ligera dificultad inicial no impide el uso de sus numerosas aplicaciones preinstaladas... porque existen. Una típica instalación de Ubuntu o LinuxMint (versiones oficiales) sin más que lo contenido en el disco de instalación, será considerablemente más rápida y estable de usar, pero no se podrán usar numerosas aplicaciones para textos y dibujos, pues no existen en tal entorno. De donde no hay no se puede sacar. Sin la infraestructura material (aquí, las numerosas aplicaciones preinstaladas de ArtistX) no puede haber desarrollo cultural o espiritual, como pintura artística usando Linux. Inversamente, puesto que ArtistX 1.5 permite disponer de un elevadísimo número de aplicaciones incluso sin conexión internética, se dan las bases materiales para una revolución cultural que, para empezar, nos emancipa de la mafia de jueces y abogados con sus pleitos y litigios por infracción de los derechos de autor y la copia no autorizada de sistemas operativos o programas. A estos pájaros carroñeros togados y embirretados hay que cortarles su poder todo lo que se pueda. Además de ponerlos bajo principio democrático de destitución por voto popular directo, claro está.
La baja (aunque creciente) proporción de Linux como sistema operativo de escritorio no se debe exclusivamente, por tanto, a intereses económicos poco lícitos de sus competidores. Eso existe, claro que sí, mas también existen los fallos estructurales serios en Linux.
El día en que, para instalar en un Linux de escritorio cualquier aplicación sin conexión internética directa, la regla general sea pinchar con el ratón en el fichero de instalación y esperar unos pocos minutos o segundos... ese día habrá una avalancha de nuevos linuxeros.
Lo cual no se va a producir sin pagar a los desarrolladores, adaptadores, ensambladores, etcétera. El problema no es pagarlos, merecidamente, por su buen trabajo, sino que se generen patentes, derechos de autor y demás desgracias científicas. A largo plazo, la donación voluntaria es el mejor procedimiento para remunerar a esta gente y que, así en Linux como en otros proyectos de código libre, el acabado sea bueno en vez de tosco. Otra vez la perenne base material del proceso social, cultural e incluso espiritual. Hay materia sin espíritu, pero no espíritu sin materia, porque el espíritu se basa en la materia.
En esta parte más bien informática de mi mensaje incidiré, finalmente, en otro aspecto a favor de mi tesis.
Imaginemos que un día, en el foro Sofos Ágora, salgo llorando y afirmando que mi querido ArtistX 1.5, que con tanto esfuerzo he configurado y adaptado para mis necesidades... ha dejado de funcionar y no sé qué hacer. Claro, me responderíais (con razón) que os estoy tomando el pelo, tanto como os lo tomaría si afirmase que con frecuencia voy al Tribunal Supremo, a la Audiencia Nacional o al Tribunal Constitucional a ofrecer mis asentaderas bien prostrado para que los magistrados, picapleitos, fiscales y demás profesionales jurídicos me sodomicen. Así como estoy harto de ellos y quiero destituirlos... está bien claro que, para empezar, tengo copia de ArtistX 1.5 en un lugar a salvo de disfunciones del ordenador y que, además, esta versión de Linux la he preparado para que sea portátil y se pueda usar en cualquier ordenador personal con cierta potencia.
Tratándose además de un material original tan valioso, tampoco me oiréis lamentar que se han corrompido la copia primera y también la única copia en otro medio de almacenamiento, externo. Esa situación no es probable, ahora bien se puede dar; así que no se recomienda que un fichero grande e irremplazable, de importancia crítica, tenga solamente dos copias de seguridad. Tiene que haber, al menos,
tres copias de seguridad (nivel militar de seguridad). No voy a perder fácilmente, así pues, mi instalación de ArtistX 1.5.
Y eso implica materia. Discos duros físicos, locales o remotos, donde se almacenen las copias de este Linux por medio del cual os escribo este mensaje. Sin la materia no podemos hacer nada. Y con ella, bien usada, llegamos lejos.
Es ahora el turno de hablar de los grandes mafiosos, es decir de los jueces, abogados, fiscales o similares, y del aborto.
Como revolucionario antitogas, no quiero que estas aves de rapiña tengan más poder sobre la gente buena... sino que acaben criando malvas. ¡Claro!
Y entonces, en franco contraste con el antiabortismo (más aparente que real) de la derecha conformista burguesa, los derechistas revolucionarios tenemos que desligar todo lo posible la lucha del aborto de su persecución penal. ¿Cómo se concreta eso? Pues restringiendo la sanción penal máxima, o sea la pena de prisión, a quienes se lucran con el aborto, o sea a las clínicas abortistas. No vale esa pena de prisión para la mujer misma que aborta; el heroísmo no es jurídicamente exigible. He hablado claro, ¿verdad; Diego Gómez?
Frente a partidos de la derecha conformista y propugnadora de la violencia sistemática como lo son en España el Partido Popular, Vox y otros, la derecha revolucionaria es antiabortista
consecuentemente. ¿Cuál es casi siempre la causa del aborto? El embarazo no deseado. Y, ¿a qué se debe casi siempre el embarazo no deseado? A la superpoblación. Por tanto:
si quieres acabar con el aborto, primero acaba con la superpoblación.
Entremos pues a saco en este gravísimo problema: la superpoblación.
Los rojos, y muchos que no son rojos, tenéis la idea ilusoria de que la naturaleza extrahumana está hecha a la medida del hombre y, con un poco de habilidad, servirá siempre a la voluntad humana.
Y no es así. Cualquier temporada de sequías prolongadas, que desde el Neolítico significaba cosechas escasas, hambre y muerte en las cuencas fluviales densamente pobladas en régimen de agricultura sedentaria, prueba que eso no es así.
El mundo físico es, en general, indiferente a los deseos e intereses humanos.
Por eso la ideología de los derechos humanos, a la que te adhieres rotundamente, tiene una gran falsedad de fondo. Esa falsedad consiste en suponer que el mundo extrahumano es el cuerno de la abundancia y que, con la justicia, ese cuerno dará abundancia a todos.
¡Y un cuerno! Con justicia o sin justicia, te pondré un típico caso en el que naufragan, como no podía ser de otra manera, tus adorados
derechos humanos. Malta y Pascua, aunque sean dos islitas muy lejanas entre sí y con características muy diferentes, coinciden en dos puntos: su buen clima para la vida humana y su minúsculo tamaño. Como las dos están habitadas desde hace muchos siglos, ambas han llegado hace tiempo a su límite maltusiano. No cabe en ellas más población humana. Ni en la Isla de Malta ni en la Isla de Pascua, también llamada
Rapanui esta última. Así que, en cualquiera de ellas, hablar del derecho de cada pareja a tener tres hijos o más es
una majadería como una catedral. Porque ejercerlo es totalmente imposible. Como lo sería un pretendido derecho a disfrutar de un agradable baño en las costas de Alaska, Groenlandia, Islandia, el Quebec o la Tierra del Fuego. Aunque un día Alaska se haga independiente y proclame su soberanía propia ante Rusia, el Canadá y los Estados Unidos, si el flamante nuevo gobierno independiente alasqueño se da un baño de celebración (dentro de los fastos de la declaración de independencia) en las playas de su país, animando a los demás ciudadanos de la Alaska
libre a darse un buen baño también... los ministros en bañador de ese gobierno tendrán que poner la mueca de sonrisa típica del político que suelta una mentira gorda para coger poder y votos: la mentira de que el baño en las playas de Alaska es tibio y agradable. Y también dirán eso para apoyar el turismo marítimo. Bañarse en las costas de Alaska es horrible, independientemente de la situación política que impere allí.
Ojo: estoy haciendo algo más que reírme, si piensas que a eso me limito. Verás.
Los manidos derechos humanos no son algo natural, sino pretensiones políticas y éticas humanas. Como tales, entran en conflicto frecuente con la naturaleza extrahumana y entre los hombres, unos hombres en conflicto con otros hombres.
Así que al grano. Me suelen acusar, aquí en el foro internético Sofos Ágora, de ser demasiado verboso. Sin embargo, en esta ocasión seré breve. Y conflictivo.
Dices que pasar de 7.500 millones a la cifra que propongo (entre ciento cuarenta mil y ciento cincuenta mil personas en total) es una barbaridad, un sinsentido. Pues aquí entra otro garrafal fallo tradicional de los rojos, acertadamente denunciado en este foro internético por Gaav: el
anumerismo. Me explicaré partiendo de tus propias palabras.
Por un lado reconoces que hay que controlar la natalidad, aunque compaginando ese control con la
libertad y con los
derechos humanos. Está claro que, en tu discurso,
controlar la natalidad (y, por tanto, la población) es sinónimo de
reducir la natalidad y también la población, no de aumentar la natalidad o mantener la natalidad, que sería un absurdo para tu propuesta. Ya que, por tanto, propones reducir la natalidad y la población, si la cifra que propongo (en torno a la cifra bíblica simbólica de los ciento cuarenta y cuatro mil) te parece demasiado baja... pues oye, una de dos.
* O bien das una cifra alternativa que ya no sería una barbaridad, sino una cifra razonable.
* O bien te callas como un abogado zorro, sin dar ninguna cifra para no comprometerte, y entonces caes en un hipócrita
anumerismo que no soluciona el problema.
Toda versión seria de Linux, en este sentido y dentro de la informática, da una cifra aproximada del espacio que requiere la instalación en disco duro. ArtistX 1.5 propone unos veinte gigas o más, aunque a mí la instalación completa me ha salido en menos de quince gigas, a los cuales hay que sumar entre dos y cuatro gigas más para almacenamiento; unos diecinueve gigas en total. Es algo menos de lo sugerido por el creador de ArtistX, pero sigue siendo una aproximación no
anumérica sino
numérica. De poco o de nada hubiera servido, en la tabla de especificaciones informativas que el preámbulo de la instalación da, antes de la instalación propiamente dicha, que el creador de este Linux hubiera dicho genéricamente que
a pesar de sus muchos programas preinstalados, esta versión de Linux ocupa relativa y comparativamente poco espacio en disco duro. Eso es verdad, mas sólo con decir eso no se sabría si bastaba con un disco duro de diez gigas (insuficiente) de quince gigas (suficiente, pero bordeando la escasez de espacio) o de veinte gigas (lo recomendable, sí). Para instalar ArtistX 5.1, hay que saber que la instalación completa ocupa aproximadamente veinte gigas en disco duro, si queremos trabajar holgadamente.
En conclusión, Diego Gomez (Dosyogoro). ¿Quieres que tomemos en serio tu propuesta de control (reducción) de la natalidad y de la población, con respeto a la libertad y a los derechos del hombre y la mujer?
Pues cuantifica, hombre, cuantifica. Si, por ejemplo, propones dos mil millones de habitantes y una media de dos hijos por pareja, cifras mucho más altas que las propuestas por mí, que preconizan en media un hijo a lo sumo por cada pareja, con ciento cuarenta y cuatro mil habitantes como horizonte poblacional final, estudiaré seriamente tu cifra y su viabilidad.
Eso sí, tendrás que mojarte las botas en el barro.